miércoles, 7 de noviembre de 2012

Un encuentro destinado

Aún recuerdo cuándo fue la última vez que nos vimos. Tú volvías de alguno de esos lugares tan tuyos, llenos de misterio y enigmas, los que te enloquecen, con ese abrigo de otoño verde que tanto me gustaba, tan propio para los días de lluvia. Yo volvía pisando los charcos como un crío, ingenuo a lo que me esperaba. Nuestras miradas se clavaron y nos quedamos petrificados sin saber qué decir, como el que veía un fantasma, hasta que arrancamos unas palabras que rompieron el hielo. He de admitir que después del día lluvioso que llevábamos, horrible, esas palabras tuyas me recorrieron el cuerpo de dentro a fuera como una especie de hálito caliente que resultó melancólico pero familiar.
Me contaste que te iba bien, que habías conocido a alguien con el que estabas feliz, aunque ibas con cautela para no caer en los mismos errores. Yo, como un adolescente celoso, te dije, mientras me encogía por dentro, que en mi vida también había entrado alguien con la que me encantaba pasar las horas muertas. Nada más lejos de la realidad pues tú siempre habías sido quien más calor me daba en los días de tormenta. En ese momento recuerdo que de mi interior salió un instinto cariñoso, nostálgico, que llevó a mis ojos a recorrer cada parte de tu cuerpo, cada recoveco de tu piel por el que un día se aventuraron mis dedos, cada parte de ti que surcaron mis labios. Estabas increíble. La sonrisa más perfecta que había visto en mucho tiempo. Tus pómulos, tus ojos, tu pícara nariz... estabas como nunca. Como siempre pero como nunca... Eras la princesa que todos querríamos tener en nuestra vida, a la que mimar, a la que querer... Cualquiera caería rendido ante esa imagen, y yo no fui menos... Tu cálida mirada me envolvió tanto que me tomé el privilegio de acurrucarme un tiempo bajo tus pupilas. Y soñé con volver a ser por el que morirías, por el que darías cada minuto de tu día, por el que te acostarías y te levantarías sonriendo. Aquel con el que desearías dormir abrazada y sentir cerca. Aquel del que presumir ante tus amigas... Soñé que volvías hacia mí de nuevo pero cuanto más soñaba más me daba cuenta de que te alejabas poco a poco de mí, que tu mirada se enfriaba y tus labios rojos sacaban sus espinas.  La realidad me abatió y me di cuenta de que me mirabas atónita, incrédula por la cara de pánfilo que tendría, porque para mí únicamente habían sido segundos los que me quedé en ti, se me paró el tiempo mientras  me colaba por tu cuerpo... Y de repente, como quien entrega todo su ser sin pensar, me regalaste una sonrisa de cariño que aún inflama mi corazón al recordarla. Yo, obviamente abatido puesto que no me lo esperaba, lo único que pude balbucear fue un "qué tal" muy disperso, algo extrañamente coherente, pero que tú me respondiste con un abrazo que me devolvió a nuestro momento."Tengo que irme, que voy con prisa. Me alegro de haberte visto y espero que todo te vaya bien." Y te vi marchar hasta donde mis ojos alcanzaban y supe que nos volveríamos a encontrar, que tú eras mi destino y que haría lo que fuera para volver a ti.

Y me quedé frío por dentro y a la vez sentía aún tu calor...
Guardé tus dos besos como rehenes, por cierto, así que si aún me lees y si los quieres recuperar, la única condición que te pongo para cuando vengas a por ellos es que no le pongas trabas al destino, que del resto me encargo yo.

domingo, 7 de octubre de 2012

Cien noches

He dormido más de cien noches en la misma cama fría desde que te sentí marchar y todavía siento tu ausencia recorriendo cadavérica toda esta estancia. Escucho entre los muebles el eco de las últimas palabras que salieron de tus labios y que hoy, después de más de cien frías noches, se me clavan como nunca en lo más profundo de mí. Me siento impotente y frustrado cuando te veo y me sigo preguntando si entonces hice bien, si esto es tal y como debía suceder o si me he bañado en aguas que no me pertenecen. La verdad es que yo sigo sintiendo que necesito encontrarte de nuevo, esta vez con mejor cara, y volver a demostrarte lo que puedo llegar a ser. Me encantaría que llenaras el vacío de mis sábanas y de mis noches; sentarnos en el salón a navegar y divagar, a reencontrarnos con lo que tanto tiempo hemos estado buscando, tanto tú como yo, y fundirnos en un abrazo del que no salir en muchos años. Porque dejaron ese hueco en mi interior que lo único que ha servido para taparlo ha sido un poco de morralla farfullera, farándula estrafalaria, extravagancia esperpéntica y un poco de humor.
Y ahora vuelves y despiertas ese deseo irracional de tenerte cerca de mí, en mi casa, en mi cabeza, en mi cama. Y yo loco, con unas ganas tremendas de ser tuyo, me doy de bruces contra el muro del rechazo, que, con sigilo se acercaba sin ser visto. ¿Y qué quieres que haga?¡Soy un romántico! ¡Tengo un blog donde escribo sobre mí!, ¡sobre ti!, ¡sobre los dos!. Donde me cuento a mi mismo por enésima vez las ganas que tengo de volver a verte, de volver a hacerte sonreír, de volver a oler tu cada vez diferente perfume. Las ganas que tengo de que me dejes solo, de olvidarte, de que se marchen esos cuervos fantasmagóricos y tu espíritu que divaga por las noches en mi habitación. Las ganas que tengo de encontrarte, de poder volver a ser yo, de entregarme a un viento cálido, de sobrevolar tu mente y llevarte de aquí a allá a que disfrutemos, a que seamos felices. De ser únicos, como los demás. De que tengamos días de rosas y nos bebamos el vino. De que el contador de noches volviera a ponerse en cero y le faltaran dígitos para contar las que pasamos juntos.

Y si solo te pudiera pedir una cosa después de más de cien noches lejos de ti, sería que volvieses, que te quiero aquí, conmigo, a mi lado, para siempre.

martes, 2 de octubre de 2012

Te salió gato.


Dicen que los gatos son muy traicioneros, que están contigo cuando quieren algo de ti y que cuando ya te han sacado todo el jugo que te podían sacar, se van al regazo de otro.

No es que realmente quisiera escribir nuestra historia de esa manera, de hecho aún pienso en ti de vez en cuando y me alegra saber que te va bien, simplemente, o no tan “simplemente”, fuiste la media naranja que encontré en mi vida en un momento bastante delicado de ella. Tú sabías comprenderme y comprendernos, divagábamos bajo las estrellas sobre lo que suponía una noche coldplayera y una noche artificial. Incluso nos brindábamos, y nos brindamos, con alguna que otra palabra que se excedía en afecto y que conseguía sacarnos una sonrisa a ambos. Pero es que soy un poco traidor, y no me culpes directamente, supongo que mi naturaleza, que tanto nos unió en su momento, es la que de igual manera nos ha “separado”.

No pienses que pierdes algo cuando lo dejas de ver en el mismo sitio donde estaba todos los días porque puede que simplemente alguien lo haya cambiado de lugar.

Sí, probablemente al gato negro le gustase acurrucarse en el alféizar de aquella ventana cada noche a escuchar todo lo que pudiera ser pillado por estas orejas. Y me atrevo a decir que la gustaba dormirse notando cómo le hablaban. Seguro que le encantaban las caricias que le dedicabas con cada fonema, sobre todo si los escuchaba bien de cerca de tus labios. Y cuando realmente le tocabas… seguro que se le helaba hasta las puntas de los bigotes. Noche tras noche, día tras día, le gustaba más deambular por los banquetes en tu whatsapp que en los vertederos de comida podrida en las conversaciones de cientos. Una, que valía millones y que consiguió espantar a tantas moscas.


Pero bueno, tampoco le eches las culpas al cielo de que esto sucediera así, porque esto no ha acabado, nada más lejos de la realidad, simplemente, te salí gato.

domingo, 26 de agosto de 2012

Gondolero

Crecemos sin saber la relevancia que tendrán las cosas con las que convivimos hasta que es demasiado tarde.
Te sigo echando de menos después de tanto tiempo.
Yo te tuve, o te pude tener, o más bien me tuviste. Y hoy te echo de menos porque ninguno llegamos a tenernos. Porque tú fuiste quien me enseñaste a ser como desgraciadamente soy; el ángel negro que se cruzó en mi camino y que mantengo en la memoria, y en el corazón, como una espina clavada. Y si volviera atrás te aseguro que cometería el mismo error de quedarme con tu esencia, de soñar ilusamente con un futuro imposible e imaginarte al otro lado sonriendo como una tonta. Tú fuiste la que me enseñaste a rechazarlos a todos y a descubrirlos primero. Tú fuiste quien me dio la primera patada y por quien recibí la segunda. Y todavía hoy, de vez en cuando, me atrevo a echarte de menos. Quedar para hacernos unas simplonas fotos de las que luego ni nos acordábamos. Desayunar, merendar... Tu casa, la mía... Tampoco te pido que vuelvas porque creo que una parte de mí te sigue odiando, pero no estaría mal que de vez en cuando, ya que te pasas por mi memoria, te pasaras por mi lado, nos tomáramos algo, saber de ti, qué tal te va, y reírnos como solíamos hacer, pues al fin y al cabo tú eres la que  sacó tanto de mí que hasta te llegué a tener y lo llegaste a temer. Y sufrí porque ni siquiera fuiste capaz de decirme adiós. Solo dejaste tu estela, que me duró durante bastante tiempo y que me acompañaba donde tú y yo solíamos quedar, por no sentirme del todo solo y por llevar mejor tu ausencia. Pero era tu estela, estaba tan envenenada como tú y realmente hacía más mal que bien.
¿Que si estuve enamorado de ti? Pues no te sabría decir... tal vez sí o tal vez no. Te veía y me sentía a gusto con todo pero no con todos. Hablaba contigo y no había nadie más durante intervalos de cinco minutos. Me cansaba, o te cansaba, o más bien nos cansábamos mutuamente. Incluso dormía contigo cuando no podía solo por el mero hecho de pasar el tiempo juntos. Luego me arrepentía pero con una sonrisa. Supongo que por eso te sigo echando de menos. Al fin y al cabo, aunque me hayas hecho lo que me hiciste, y dos veces, y haber sufrido por ti lo que sufrí, tú eres mi creadora, la que dio vida a estas manos que hoy plasman nuestra historia.
Otra de esas historias para recordar.

lunes, 23 de julio de 2012

Un lugar para recordar

Y el tiempo pasa y nosotros nos quedamos en la historia no escrita de nuestras vidas, viendo pasar a los que caminan cerca de nosotros y esperando toparnos con quien caminará a nuestro lado.
Se tornaron afiladas las rocas cuando me di cuenta de que eras una simple caminante más, que tus pasos al lado de los míos no eran más que huellas de quien pasó antes por ahí, y yo sin embargo fui incapaz de percibirlo. Me imaginé que me dabas la mano y nos quitábamos de preocupantes destinos. Que me agarrabas cuando me tropezaba y que me avisabas de los peligros que pudiera haber en el camino... Sin embargo, eras una pasajera más. Otro de tantos de quienes solo se recuerda la fría sombra de una espalda que se pierde entre la gente para no volver más que a la memoria, más que al recuerdo maldito de la maldición de recordar. Y después de aquello me atormentó todo el resto de la historia. Cuando caminaba cerca de alguien y oía sus pasos tan próximos a los míos que prácticamente los podía sentir, percibía tu figura a mi lado, como el que espera lo imposible, como el que sufre de amor. Y por miedo a descubrir lo lúgubre de  mi soledad ni siquiera me atrevía a girarme... Se me hacía muy difícil reconocer la verdad, que tú ya no estabas, que me había vuelto a equivocar y que todavía me quedaba mucho camino por delante. Y de vez en cuando preguntaba por ti a quien me encontraba, por si te habían visto, por cómo te iba por ahí delante... Si te habías enamorado o seguías andando sola como yo, a la espera de que tus pasos dejaran de estar solos; si aún , después de todo, reconocías mis huellas a tu lado... Y me atormentaba intentando descubrirte entre las cabezas de los que iban por delante de mí. Pero lo peor de todo lo traían las noches frías por tu ausencia, cuando más de menos echaba el calor que me dabas. Cuando imaginaba anhelante sentir tus manos compañeras por la espalda en un gesto de cariño infinito que me resguardaba del frío interno y que me prometían un día mejor y una noche perfecta. Cuando mirara a donde mirase encontraba compañía al sentir el calor de tu cuerpo y el perfume de tus palabras que embriagaban mis oídos. -Estoy aquí, a tu lado- y las estrellas, testigos del camino, se sobrecogían.
Y de repente te fuiste y me dejaste con las inmensas ganas de vivir un paseo inolvidable; una historia que hoy cuento con un nudo en la garganta y con el baúl de la memoria donde encerraba tus recuerdos abierto. Una historia que se queda en el lugar que le corresponde, un lugar para recordar.

lunes, 16 de julio de 2012

Arrivederci

Hoy miro por el cristal roto de los dos y solo veo los pedazos que quedaron tras tu estela. Volvieron a engullir las fauces del tiempo el despojo de cuerpos que , vagabundos, trotaban de la mano. Vuelve el gato a encontrarse solo en el alféizar atento a escuchar una palabra muda que le recuerde tu nombre, el que le desvelaba al medio día y le arropaba sobre la almohada cada noche. Me pierdo en el mar de la desdicha si saco del cajón todas nuestras conversaciones, y con un intento amargo de borrar su existencia mis dedos se ahogan entre los botones. Y caen precipitándose a los brazos fantasmagóricos de la esquela de nuestra fecha, nuestros apodos y nuestras coronas. Mi princesa de los vientos cálidos y el príncipe de las corrientes frías; el aire que nos hacía volar y que nos dejó caer al suelo. Y reptando nos arrastramos sobre todos esos cristales destrozando nuestros cuerpos, vestigios de una edad de Midas hasta parar sin retorno en Estigia. Desde ahí nos miramos ahora, tú tan fría como siempre, y yo tan cálido con quien no se lo merece. Le regalé mis noches a quién primero me las pidió porque tú me las rechazaste. Y no me arrepiento, porque los gatos somos muy traicioneros, pero me cansé de que te escudaras en mis siete vidas. Para volver hoy al comienzo de los tiempos, al cristal  de colores y a los ojos vendados, donde nos miramos como bobos intentando tocarnos sin reconocer que estamos separados. Déjate caer de nuevo donde tantas noches nos imaginamos. Mi presencia te requiere tanto o más que antes, no la gusta perderse sola bajo las sábanas.  Mas  toda noche tiene su amanecer y se descubre la realidad de los juegos de sombras,  y se descubre que tu amor nos es más que papiroflexia barata que aprendiste a través de cualquier viejo gurú y que mis pensamientos no son más que fantasmas de tu ausencia que traviesos me atormentan. Que hubo una vez en la que entre noches sin estrellas y playas sin arena  guardábamos un tiempo para querernos, para mirarnos el uno al otro y susurrarnos sinsentidos que enloquecían los oídos. Perfumábamos la historia con colonias baratas y olvidamos que lo barato sale caro, quemando el día y enfriando la noche...
Y viejos y andrajosos, como aquellos cuerpos, aquellos despojos, nos veo a ti y a mí a la luz del sol. Muertos que caminan huecos de cabeza y corazón, llenos de misterios y misteriosamente llenos. Porque el tiempo, que estuvo en nuestro lugar, quiso que amaneciera, que perdiéramos los pájaros que anidaban sobre nosotros y que el cristal que nos separaba se rompiera. Para que hoy, desde mi ventana, pueda ver tu estela y reconocer que por ahí se fue mi esperanza de amar ser correspondido.

martes, 3 de julio de 2012

Ni contigo ni sin ti

Dicen que el ser humano es un ser por naturaleza sociable y que necesita de los demás para poder realizarse, pero la verdad es que muchos no saben que gran cantidad de los más gratificanes momentos de la vida se pasan en compañía de uno mismo, cuando todas las luces se han ido a dormir y la luna vela sobre nuestras cabezas. Porque es entonces cuando todo lo que en nuestra mente ha ido dando vueltas sale a relucir atraído por los rayos de luz estelares. Es cuando extraemos uno a uno los componentes de ese zumo de pensamientos que tenemos y los analizamos: hoy la he echado de menos tanto o más que ayer, y eso que anoche estuve con ella. Es el primer día y esto se me va a hacer eterno; al fin y al cabo acabaremos por separarnos todos, con lo bueno y con lo malo que tiene, soy un pasajero; vaya semana magistral nos espera, que tiemble el suelo por donde vayamos a pisar... Y todo ello acompañado de nadie. Y eso que hay quien dice que vendería su alma por un poco de calor humano cada noche en su cama antes que la fría compañía de unas sábanas acartonadas. Mis sábanas me recuerdan a ti. Dejaste en ellas tu olor y todas las noches suelo dormir contigo. Estoy un poco harto la verdad, porque ya me resultas monótona, espero que te largues pronto porque amanece el día y el con el sol os largáis todos y me vuelvo a quedar tan solo como siempre, haciéndome el zumo mañanero y guardando todo hasta que por la noche nos volvamos a encontrar todos donde siempre, traidora.
Bueno, quizás no estemos tan solos, al fin y al cabo a todos nos une el mismo cielo y, estés donde estés, yo estoy a tu lado, aunque no me veas. Me sientes  porque nuestros corazones están conectados y muestran un ápice de lo que realmente es, una aurora, un rayo de plata diurno, un rayo de sol de madrugada, una brisa vespertina.... muestran lo que somos, o lo que aspiramos a ser, o lo que ya fuimos, aunque tú a veces  no lo quieres demostrar, pero bueno, ya que estamos juntos aprovechemos el tiempo, que a veces es muy cabrón y puede ponerse en nuestra contra.
Quizás sea necesario tener compañía para pasar buenos ratos, o quizás los buenos ratos atraigan a la compañía. Quizás por eso todo el mundo está empeñado en buscar príncipes y princesas y hacer de sus vidas cuentos de hadas. Yo te coroné como princesa y fuiste incapaz de verlo. A mí me dejaste croando con los labios puestos y con laurel seco en el pelo. 
Sí, seguramente la compalía de una relación haga de los momentos algo mucho mejor, pero claro, si la relación solo vive a costa de uno, el viaje se hace mucho más duro. Lo nuestro no es así, o no lo fue. Aunque tú  me lleves ventaja, porque yo me he vuelto un sumiso, soy yo el que tira, y tú la que toma el sol. Llegará un momento en el que el camino se me haga largo y tendremos que intercambiar roles, pero de momento me gusta mucho amanecer viendo cómo te ilumina el sol la mirada, y el dorado de tu pelo parece cada vez más puro.
Luego exiten los que en estas materias están más avanzados y han pasado de buscar la felicidad en compalía humana a buscarla en compañía animal y se arropan bajo lechos calentados por cuerpos peludos y lametones húmedos. Miau.

Claro, nadie quiere estar solo porque todos tememos lo mismo.
 Después de tanto tiempo en busca de algo en la calle que lo demostrara me di cuenta de que la respuesta a nuestro tedio por la soledad está encima de nosotros. Nadie quiere estar solo porque cuando todo se apaga, la luna nos radiografía y nuestra vulnerabilidad se vuelve tangible y sale a relucir.  Mas por suerte o por desgracia, la única persona que nos acompañará a lo largo de toda nuestra vida será la misma que está leyendo esto ahora mismo, así que invitemos a la luna a nuestro colchón-trono y sirvámonos un poco de zumo que a los enemigos cuanto más cerca, mejor.

martes, 26 de junio de 2012

El amor se desprestigia


Muchas veces cerramos los ojos porque no queremos ver el daño que nos están haciendo. Estar con alguien y sentir cómo te utiliza, cómo se aprovecha de ti y cómo te vende excusas baratas que enmascaran sus juegos maliciosos es muy difícil de percibir. Pero nos lo cuentan y no lo vemos.
Y es que al amor no le falta de nada: te puede dar tanto lo mejor como lo peor y raro es que únicamente te venda lo bueno. Es capaz de absorberte todo el seso, chuparte la sangre como una sanguijuela y olvidar el resto de tus sentidos, encarcelar a la razón y sucumbir el corazón ante una envenenada historia, un juego de tramposas, de brujas y dragones sin escamas y fuego que llega al alma. Y tú lo ves, y lo medio notas, pero por mucho que digas está enamorado y nada se puede hacer. Y piensas que es tonto, y claro que lo es, pero tú lo fuiste antes, y antes que tú lo fue otro; todos tropezamos con la misma piedra y solo nosotros solos nos dimos cuenta cuando nos dimos de frente con la maldita realidad. Y es triste realmente que la gente juegue tan a la ligera con los sentimientos de los demás y que sean incapaces de descubrir la pura realidad por no perder su beneficio. ¿En qué nos hemos convertido? Ahora lo que se busca es el propio gustazo de los deberes bien hechos sin importar las consecuencias que acarreamos. Y de qué tipo de deberes hablamos cuando realmente se trata de hacerle daño al otro. Supongo que el alma se pudrirá por dentro al jugar de esa manera tan a la ligera con la gente. Incluso creo que quien hace trampas acabará por sufrir algo ¿no? Si no, ¿para qué nos molestamos en creer en el karma, el destino, o cualquier cosa de esas que le dan a cada uno lo que se merece?
Es triste ver cómo el amor, del que tanto se idealiza, es capaz de hacer el daño que hace. Y no me refiero a que ella sienta amor por él, nada más lejos, sino que él es el necio que siente amor por ella, su Gorgona, su quimera, su Galatea. Pero al igual que le pasaría al pobre Pigmalion, ella es una escultura de barro a la que le dieron vida, no tiene personalidad, ni sentimientos reales, únicamente busca el provecho y por tanto no debería estar entre sus amores, y menos el de toda la vida. No se lo merece. No es para él, o por lo menos no aún que juega con ventaja.
Pero bueno, como hay que resignarse a lo que sucede, también es bueno que el amor se desprestigie un poco de vez en cuando, que somos muy dados a la ligera en cuanto a relaciones se trata  y nos tomamos todo esto como un simple “llegar y poner una fecha”. Es algo mucho más serio que todo eso, hay que sentirlo y demostrarlo, hay que vivirlo y enseñarlo. Hay que callarlo y reflejarlo. El amor primero se reconoce y luego se expresa.

Primero habrá que llenar los silencios de sentido para poder pasar a los te quieros.

martes, 22 de mayo de 2012

Ser y no poder.


Creo que esto no era precisamente lo que estábamos buscando. Hemos caído en un juego del que si salimos acabaremos todos mal parados, pero si lo mantenemos estaremos comentiendo un error. Abrimos la puerta a lo desconocido, a una nueva sensación, y yo ya estoy un poco cansado de ella. No es precisamente un “se acabó” sino una necesidad imperiosa de cambiar de aires, de actitudes, de gente. De desaparecer  y no volver, de rehuir de mí mismo y encerrarme tras de ti. He desechado todo lo que antes pretendía encontrar y ahora mi única meta es retomar lo que he dejado en el camino. Me siento vacío por dentro y perfectamente sé qué es lo que me pasa. No sois más que parches que suplen mis carencias más profundas, mis intimidades más etéreas, mis sonrisas más grises. No me descuidé de vosotras sino de mí mismo y todos hemos salido mal parados. Ingenuo de mí empecé a jugar sin haberme leído el reglamento previamente, supongo que es la consecuencia de ser un libertino, y ahora os arrastro al vacío que hay en mi interior y que ya no completáis. Odio tener que dar explicaciones de ningún tipo a la gente, y más odio tener que dármelas a mí, y más cuando la única respuesta que se me ocurre es un “porque el tiempo lo quiso así”. Porque la demanda tiene que ser suplida por una oferta consistente, atrayente y requerida. Y por eso caí en la desolación de un mundo abstracto, ajeno a todo lo que debería vivir y sin embargo tan lleno de realidad como la vida misma. Paralelamente a lo que allí sucedía, se pudría dentro de mí el verdadero yo, encarcelado bajo los barrotes de las falsas ideas, los temores y las preocupaciones. Y ves a la gente pasar, con sus aparentemente gráciles vidas, envidiables circunstancias, y aumenta más tu fantasía mundana, tu abstracción de la realidad y la podredumbre de tu preso. Supongo que soy el único culpable de todo esto, aunque tampoco le quito mérito a la circunstancialidad del tiempo, que nunca está al lado de nadie. Nadie me dio el derecho de poder jugar con la gente y mucho menos de hacer trampas.

“Recoges lo que siembras” dicen, pero esta vez los cuervos se han comido toda la cosecha y cebados con toda esa colecta negra se lanzan a intentar liberar al preso maldito de mi corazón.

lunes, 21 de mayo de 2012

Caricias amargas.


Fue un adiós que venía servido con limón y tónica. Dejó su huella en la resaca del día después. Y del día siguiente. Incluso hoy sigue persistiendo el dolor de aquellas palabras que retumbaron en mi interior inquietas por encontrar una salida. Fue una copa vacía que se llenó con lo más amargo del destino. Oía la tenebrosa risa de Cupido aquel día cerca de mí, pérfido fiel seguidor de infortunios inoportunos, que aparece cuando menos te lo esperas y se va sin decir ni adiós. Un triste recuerdo que se le olvidó olvidar al olvido y que trae consigo el perfume pasado de un tiempo mejor que te ata de pies y manos frente a la película de fantasmas de amor con la que más empatizas, la que más daño te hizo. Fue un volverte y no encontrar mirada. Un tumbarte a escuchar la soledad del universo acompañado de la hierba azul del cielo. Un instante raro que descubrió la extravagancia del entonces, de lo que hubo, de lo que no se podía mantener y de lo que bebimos. Y volvimos a pensar en un por qué cuando no sabíamos ni el cómo. Nos preocupamos en poner parches a los pinches que teníamos durante el camino y olvidamos lo importante de la magia del día a día, de no mirar en lo que viene sino en lo que está, de perdonar o pasar en vez de castigar. De amar en vez de jugar. Trae consigo la ropa que le regalé absorta a la fatalidad del destino. Si no estás conmigo pienso que estarás mejor, que el tiempo acabó para nosotros, que bebimos el culo de la botella a palo seco, inconscientemente, y vivimos embriagados a lo largo del camino. Fue una mañana de indigentes que buscaron casa entre las ruinas derruidas de un amor que destruyeron poco a poco y que no veían perdido. Ni siquiera la distancia podía alcanzar el tramo que nos separaba. Me sentía lejos de ti incluso cuando te tenía al lado, y te quería lejos cuando te sentía cerca. Por las noches soñaba contigo al despertar y cuando dormía mis sueños te vetaban.

Una copa que trajo un olor fuerte a ti, quimera de mi Olimpo. Llegó un momento en el que te confundiste y olvidaste tu caja, Pandora. Venus perdió los brazos de Milo. Y este limón ya había echado raíces. Y todavía hoy me acarician de vez en cuando. 

viernes, 4 de mayo de 2012

Tapar huecos.

Creo que todos tenemos pequeños huecos en nuestro interior que nos hacen percatarnos de que nos falta algo en nuestra vida.Es impresionante cómo una canción puede hacernos ver que la echamos de menos, que tenemos que cambiar algo de nosotros, o que simplemente no estamos a gusto con lo que somos.

Hoy te echo de menos porque les he visto a ellos y me han recordado a nosotros. Hoy te echo de menos a ti que nunca has estado conmigo antes y me imagino contigo, etérea, sentados en la mesa de cualquier lugar a esperar que nos sirvan nuestros platos favoritos contándonos cualquier tontería del día para acabar mirándonos con la más dulce mirada. También echo de menos que paseemos después, de la mano, observando atónitos las minuciosidades de la vida como niños pequeños, pero unidos, de la mano. Luego podríamos despedirnos en mi casa, o en la tuya, o en cualquier discoteca, con un beso, o mejor dos, que los echo de menos. Podríamos decirnos cosas al oído, casi dentro del mismo, y reconocer nuestras voces entre susurros delicados.
Estaría bien que discutiéramos, que echo de menos picarte un poco de vez en cuando. Y que todos nuestros amigos nos saluden al pasar con una sonrisa de felicidad, felicidad por nosotros. Echo de menos quedar contigo.
Eso sí, esta vez firmaríamos el desaparecer por el día, o por unos días, y aparecer cuando te eche de menos. Entonces el día sería más perfecto aún. Me completaría yo mismo, mis oscuros y hondos huecos, mis faltas y carencias. Estaría bien, te dejaría de echar de menos.

Bueno, creo que para empezar debo darle un poco de "co" a mi "razón" y hacerla irracional. Creo que empezaré tapando el hueco en el que debería ir tu nombre.
Es hora de que nos conozcamos, que te echo de menos.

domingo, 29 de abril de 2012

Summary

Y una muerte que arrasa lo que existe y mancilla lo que queda. No hace falta decir que aquí se acaba todo cuanto hubo. Los hechos nos subordinan con sus susurros momentáneos.

Y  el mundo se desgarra por culpa de los sentimientos. Volverse cada vez más apático. Nunca hemos sabido jugar limpio con lo que sentimos y siempre nos ha traído problemas. Llegas a un punto en el que de tanto jugar te acabas sabiendo las preguntas y sus respuestas y su orden. Te cansas de que siempre sea igual y deja de tener sentido jugar. Somos realmente desconocedores de lo que siente el otro y aún así intentamos jugar con lo que sabemos por viejos a ver si la suerte nos acompaña. Todos venimos del lado oscuro.

Y un "siempre" que se materializó en esclavos de verdad. Una dictadura en tiempos de vientos republicanos.
Y lo que está mal tiene que repararse, no merece la pena dedicar el tiempo en intentar esconder la mirada. Todos somos igual de pusilánimes como para saber que cualquier día podemos caer. El poder corrompe y el esclavo siempre tiende a rebelarse. Y cuando sientes que se ha dedicado únicamente a vivir para sí te preguntas si realmente eres un esclavo regalado o comprado. Aunque bueno, supongo que si comienzas con la mentalidad de "dejarlos crecer hasta que me sirvan" te da igual que te lo regalen a comprarlo, porque al fin y al cabo va a tener la misma utilidad. Son esclavos, no sienten ni padecen. Viven para ti. Podrán quitarme mi vida pero no podrán quitarme mi libertad.

Y un amor juvenil que tendía a infinito y al final se acabó secando. Un sentir lo que no sientes y una sensibilidad insensible. Porque muchas veces te preocupas más en demostrar lo que quieres que se conozca de ti en vez de lo bueno que puedes dar. Puede que para no parecer débil, o porque abrirnos directamente nos debilita.  Y de repente te puedes encontrar en  una habitación, asomado a la ventana, fumando un cigarrillo y con una amiga, y prácticamente echarte a llorar por la pena de vida que llevas, únicamente porque no eres tú mismo. El amor condiciona nuestra existencia, la sufre, la padece, la persuade, la inutiliza, la enarbola, la embriaga, la crea y la destruye. No hay cosa mayor en esta vida que amar y ser correspondido.

Y un reír por no llorar.
Y un beber por olvidar.

jueves, 19 de abril de 2012

Ser humano.


Dicen que el ser humano es humano cuando siente y es ser cuando proyecta su esencia. Pero no es un ser en sí mismo sino un ser nacido para ser, una existencia sin esencia, arrojado al mundo con la única finalidad de llenarse, como nuestra mente. Dicen que sentimos cuando sufrimos, cuando amamos, cuando odiamos…y de todo eso llenamos nuestra esencia. Se podría decir entonces que el ser humano es humano porque es ser y es ser porque es humano.

Pero desgraciadamente hay gente en esta vida que pierde su ser, su proyección, porque la utopía que hemos creado y en la cual vivimos destruye la capacidad de engordar la esencia del ser humano. Son aquellos que te encuentras en cualquier esquina defendiéndose detrás de un cartel que a duras penas se lee. O tantos otros que se pasan el día recorriendo de vagón en vagón las venas de Madrid por el mero instinto de supervivencia, porque a más de uno le mueve más su ser humano que su ser deshumanizado. Probablemente lo peor de todo es que tanto tú como yo contribuimos a que esta situación se dé cada vez más, engordando la proyección envenenada de demonios con corbata y dejando morir de inanición la de personas que se tapan con remiendos. Personalmente quiero pensar que no somos malas personas, que la sociedad nos ha hecho así y que nosotros, por el mero instinto de supervivencia, nos hemos dejado. Seguramente que hayamos perdido nuestra identificación humana y que cuando lleguemos a las puertas de no sé dónde, cuando nuestro cuerpo sea alimento de necrófagos, nos identifiquen por nuestra esencia y no por nuestra humanidad. Por suerte para todos, de vez en cuando se deja ver por ahí algún ángel caído que frenó en la tierra y que tiende la mano al necesitado. La pena es que  cuando alguien, que es más humano que ser, porque su ser está lleno de cosas preciosas, intenta ayudar a aquel inválido de proyección, la sociedad se encarga de quitarle de en medio, de destrozar su verdadera esencia y de enviar su humanidad al Tártaro. Y ahí se quedará hasta el fin de los tiempos en el que de nuevo los titanes decidan recuperar su terreno frente a los dioses inventados.

sábado, 14 de abril de 2012

"El infierno son los otros"


Paseo por la calle en esta tarde de granizo bajo el cielo abierto de Madrid y lo único que se ve en ambas aceras es el bullicio de la ausencia. Todo está lleno de gente despreciable que no significa nada en ninguna de nuestras vidas. Vivimos en una sociedad en la que todo el mundo mira para sí mismo, buscando lo importante del don, dentro de sus propios ombligos. Y cuando llegamos al mar, lo único que vemos es que todo el mundo se embarca en el mismo bote destinado a chocar contra el iceberg que hundió el Titanic, destinados a tirarse unos a otros de la barca con tal de dejar satisfecho el propio instinto de supervivencia. Nos encontraremos en las puertas de algún cielo, ante algún santo que ha santificado la historia y nos veremos las caras unos a otros. Todos acabaremos en el mismo final. No somos nadie y lo sabemos y lo negamos y nos lo ocultamos. Y para hacer más trágico nuestro existir, intentamos empeorar el del que tenemos al lado.

Tardes como estas de sábados granizados en los que la gente se viste con el atrezo trágico, paran el tráfico sanguíneo de un muerto que ,sediento de existencia, grita desde la tumba que el mundo se desmorona, que vuelvan los de antes y que se pierdan los de ahora. ¿Cuándo hemos matado a Dios? ¿Cuándo le dimos existencia? Despreocupados del otro salimos a la calle a revolucionarnos, a afiliarnos, a sindicalizarnos, únicamente porque no se pisoteara al individuo, únicamente por no dejar como nueva nuestra capacidad de elegir, nuestra libertad. Todo vacío de esencia, de existencia. Somos libres; demos caza al que ha matado a Dios.

Y la conciencia cayó fulminada por una de estas bolas de hielo de tardes como la de hoy. Y lo más bueno del hombre quedará reflejado en palabras que el tiempo guardará y enviará al vacío, a la nada, a donde nadie ha ido y donde todo lo que pasa desapercibido se guarda. Porque algún día, cuando paradójicamente el cielo se nuble y salga el sol, no solo Madrid, sino la humanidad entera recuperará los valores de los que se ha ido desposeyendo por culpa de la opresión del sistema y sus estereotipos. Volveremos a tener una humanidad humana. O eso espero.

Mientras tanto, solo me queda pasear.

viernes, 13 de abril de 2012

Ya le conocéis.


Juega, se pervierte y vive el momento. Enreda con los dedos los hilos del destino y teje a su antojo su vida y la de los que se cruzan en su camino. Es manipulador, compulsivo, instintivo y bastante exigente; si no caes en sus artimañas no pienses que has escapado. Dicen que disfruta viendo sufrir a los demás por amor, aunque también se oye que su conciencia habita ahora en su corazón. Es astuto y muy buen estratega y encima está desposeído de principios.

Personalmente pienso que la situación le hizo así, que es resultado de una serie de catastróficas desdichas y que, en cierto modo, la culpa no es del todo suya. Sí, probablemente haya vendido su alma al diablo, o la haya guardado en el armario, pero hay veces que se puede entrever, entre sus actos, que sigue habiendo dentro de él ese vestigio de lo que fue antes. Dicen que se preocupa por los suyos más que por él mismo muchas veces. No lo sé. De lo que le conozco sé que nadie le elegiría como amigo, ni siquiera él mismo. A mí me ha dicho muchas veces que no se cae bien, pero que es lo que la sociedad demanda y hay que tener al pueblo contento, que si no, se subleva. Tampoco es muy difícil conocerle, porque yo en poco tiempo le he calado, el problema es que hay que vivir con él momentos demasiado específicos para tirar abajo todos los prejuicios que te puedas crear de él en una tarde. Porque sí, es arrogante, prepotente, presuntuoso y bastante frívolo muchas veces, pero es únicamente una coraza, traspasable y con fecha de caducidad. También tengo que decir que estoy  intentando ser lo más objetivo posible, porque a mí no me cae bien, y al César lo que es del César, nunca mejor dicho. Podéis preguntar a sus amigos de la infancia, a los que le conocieron en épocas mejores, o peores según se mire, y a quienes le conocerán después. Puede que cambie por fuera pero por dentro sigue siendo el mismo. Sufre igual que todos y también le he visto llorar alguna vez, incluso por amor. Quizás sea un ídolo de piedra que intenta sostener una casa que se derrumba, una vida que se ve negra o un horizonte que con niebla se presenta. No lo sé, yo le dejo a su suerte, con su viejo gato parlante, con su máquina de escribir y con su baúl de los recuerdos.

Si algún día le veis, decidle de mi parte que me devuelva lo que me debe, que nunca me habían tachado de ser una imitación.

miércoles, 11 de abril de 2012

Dos de carroña.


Vuelven los cuervos del recuerdo a picotear este nido. Carroñeros que traen consigo notas del ayer en el que ya no vivimos. Cuando veníamos e íbamos por el cielo de la tierra, por la tierra de los cielos, y surcábamos los mares siderales en barcos de papel. Aves de rapiña que se escuchan unas a otras murmurar en blanco y negro sobre los besos que me distes, sobre aquellos que nos faltaron, y también sobre los que sobraron y que en tus labios y en los míos se quedaron para el fin de los días. Y aunque la vida siguió, este nido se quedó despojado de sentido, donde habita el olvido y el recuerdo de tu amor, donde, estés donde estés, quedarán siempre las cenizas de una llama que olía a pasión y una pasión cuyo combustible era la desdicha. Porque el destino ha traído consigo los cuervos negros de un amor que marchito, muerto y malherido, se descubre escondido entre las palabras que ya ni nos decimos y en los gestos de falso cariño, que después de haber dejado el nido, nos seguimos dando tú y yo.

Y a este celoso celofán, que ya no pega ni con cola, ni con nadie, vienen a arrancarle las pelusas y los restos que quedaron de los dos. Celosa, tus celos arrancaron lo que en mí se había formado y que fueron la explicación del abandono de los dos. Y cuando vienen los cuervos de tu nombre, recuperan las fotos y recuerdos que en mi habitación aún guardo con la posible intención de no olvidarte y la difícil intención de herirte con algún arcaico conjuro, un aquelarre, un qué sé yo, que te aleje de este mundo, donde la vista no alcance a verte, porque no sé por qué te guardo tanto rencor.

Y la desesperanza que te escribo me recuerda la ilusión que tengo de no verte. La emoción que guardo de dedicarte una palabra de desprecio, de reprocharte el aparente amor que te tengo y que aquí escribo, y de restregarte la feliz vida en la que vivo y lo vivo que me siento después de que te hayas ido. Aunque supongo que eso volverá a ser cosa de los dos, porque según tengo entendido , tu también has emprendido tu camino, con rumbo hacia el centro de la tierra, sin casco ni luz que te proteja, con una botella de alcohol, y la etiqueta de “no me esperen que no voy a dar la vuelta”. Me alegro por vos si es que esto es lo que nos ha deparado el destino.
Mas ten cuidado porque no solo Edgar Alan Poe tiene cuervos. Esto fue cosa de dos.

jueves, 1 de marzo de 2012

El intransigente.

Cuando el intransigente se regodea en su idea lo único que consigue es que los que no piensan igual se alejen más de él y se recree en su burbuja imaginaria teniendo siempre a punto la artillería.

Cabezonería, terquedad, ceguera espacial, que nos impiden ver más allá de los límites de nuestro ombligo. Cualquier tipo de exceso es malo, al igual que lo es el defecto. Ya decía Aristóteles en su época que el ser humano siempre tiene que buscar la felicidad en la justa medida de las cosas. El ególatra que no ve más allá de su nombre, lo único que encuentra es infelicidad al tratar con los demás, puesto que los discrimina y los considera inferiores. Al igual que le ocurre al que vive por y para los otros, ya que se descuida a sí mismo y se deja perder por desagües ajenos. Sea como sea, la justa medida de las cosas proporciona al ser humano un dote de mesura y una interpretación más o menos real de lo que se vive, en vez de tirar por otros derroteros que lo único que consiguen es aislar al individuo. Del mismo modo que surge esto en la sociedad, surge en algunas familias. Cuando un miembro de esta se siente como un cero a la izquierda, pero es incapaz de aceptar la crítica, ya que vive con los cañones cargados, lo único que se consigue es que el ambiente hogareño degenere en un desembarco de Normandía en el que ya nos puede pillar Dios confesados. Porque nunca podemos hablar con contundencia sobre la realidad puesto que nuestros sentidos nos engañan, y por tanto la realidad la podríamos representar como la suma de las visiones que tiene cada uno, no categóricamente con la nuestra. Pero en el momento en el que un engranaje de la familia no sale más allá de su propia cosmovisión, la transigencia se ve vencida por el narcisismo imperante del cabezota que lo único que busca es que no se le ataque y atacar lo más posible. Porque podría ser la máxima de aquel que no le gusta oír lo malo y que sufre de esta enfermedad, “la mejor defensa es un buen ataque”, pero hay situaciones en las que los demás hacen que nosotros seamos quienes somos, tan o tan poco necesarios en sus vidas.

El hombre desgraciadamente es un ser que nació predestinado al egocentrismo y que vive cada vez más carcomido cárnicamente por su propio yo que se envenena cuando habla sin saber y se suicida cuando ya no puede más. La intransigencia por tanto, es un veneno cuya cura se conoce pero muchas veces no se advierte.

lunes, 27 de febrero de 2012

Amores, deidades y venenos.


A pesar de la perceptible meticulosidad que caracteriza a la realidad, a largo plazo, y sobre todo a la vida, a eterno plazo, esta rueca se cimenta en situaciones imperfectas.

No hay peor veneno que un amor ciego, que busca una córnea ajena donde establecer su iris y contraer la pupila hasta cerrar tanto el círculo que se pierde todo aquello que en un primer momento fue altamente valorado. Basura ahora arrojada a un estercolero que en otro tiempo fue jardín del Edén donde un Adán y Eva retozaban entre verdes colinas y rojos amaneceres. Basura cubierta ahora por una venda bruna que lo único que hace es mirar introspectivamente hacia quien cautiva al ser humano, de tal forma que pierde noción temporal, espacial, e incluso sensitiva. Muchas veces, por no decir la mayoría, el amor se convierte en un filtro a través del cual se clasifica la realidad en dos grupos: se crea de todo aquello que la voz interior, drogada, dice ser malo, lagunas Estigias en la que se bañan los cadáveres de ninfas y Panes en un momento atrás arrojados a la condena transitoria; o se crea, de todo aquello que nuestra voz interior, emborrachada, dice ser bueno para nosotros, paraísos de ensueño en el que brincan por doquier sombras de demonios y faunos disfrazados de Apolo. Cupido ha perdido las ganas de lanzar por ahí sus flechas. Eros se codea en su nube, borracho de ambrosía, y se sonríe viendo el triunfo en una época en la que la moral humana está cubierta de sudor y sudarios. Pone su mira en Venus  de Milo e intenta que le atrape con sus brazos.

Entristece la desolación y el caos que sumen ahora los corazones humanos que olvidaron el brillo y el calor de un amor verdadero y se supeditaron a la razón y al raciocinio. Raciones de amor entre sábanas que suplen la carencia de caricias fortuitas que te despiertan por la mañana. Raciones de insensibilidad que enmascaran la inexistencia de sentimientos que recorran el alma entera, de los dedos de los pies hasta el último cabello. Rojos fuertes que se convierten en azules fríos. Amaneceres por ocasos, y ocasos de luna nueva. Vendas, capturas, sendas zonas a la altura de dioses Diosinizados que no encuentran la mesura a la hora de tratar a los humanos.

La humanidad ha perdido el sentido de la cordura, la medida y el amor. Los tres se fueron a paseo cuando se incorporaron, como jinetes del Apocalipsis, el sexo, la locura, la egolatría y la altivez. Ser soberbio significa ahora, antes que ser valiente, ser realmente arrogante. Arrogancia que en muchos casos viene motivada convencionalmente por la única finalidad de crear corazas en las personas para no caer en las desdichas del amor ciego o del amor cegado.

La humanidad sufre, en todas sus esquinas, de una falta de amor o de un amor imperfecto, inimaginable, que es producto de situaciones que se vivieron en el pasado entre enamorados, y que el Hades interior de cada uno utiliza ahora cual Cerbero.

sábado, 25 de febrero de 2012

Llegará.


Llegará un momento, cuando aún sea primavera, en que las hojas empezarán a caer y me iré como viento estival a pasar las navidades en el Sahara. Llegará el momento en el que abra las alas y encuentre cielos que van mucho más allá de la imaginación imaginable. Encontraré deidades y tomaremos ambrosía en tascas de barrio brillando ante los ojos del resto de la clientela habitual. Llegará el día en el que encuentre el tesoro más buscado y me escape con él hasta donde la tierra empieza a ser cuadrada, para arrojarlo al fondo del abismo y lanzarme en su búsqueda. Sorprenderé al tiempo y al espacio viajando sideralmente por nebulosas de recuerdos que traigan a mi memoria sombras de esperanzas y el veneno de alguna antigua venganza con la única vituperable intención de bañarme día sí día no entre el perfume de lo humano y de lo divino. Llegará el día, cuando la tierra pare de lleno al mar y este se reprima y comience  su lucha por ganarle terreno al cielo, en el que nuestros caminos se cruzarán para reconocer nuestras miradas y la chispa que brota de ellas. Porque aunque irremediablemente estemos destinados al día en el que todo acabará, siempre queda la esperanza de que del encontronazo, fortuito o no, de dos deidades humanas, surja la magia que únicamente posee aquel que dice estar dentro de todos. Como el metano latente que se acumula bajo las gélidas tierras en pequeñas burbujas esperanzadas a encontrar la llama que las dé la libertad, aguardaré con paciencia mi momento, porque sé, que llegará la hora en la que el carro alado sea gobernado por mi parte blanca, desequilibre el carruaje y lance al vacío el negro bruno de días de niebla y noches sin estrellas. Escapar, desaparecer, volatilizarse. Escaparé a lugares de ensueño nunca soñados, a mundos desaparecidos nunca encontrados y me volatilizaré en los momentos más indeseados para recomponerme siempre después de que todo lo malo haya pasado. Juntaré las manos, rezaré al cielo, y pediré a todos aquellos que me oigan, que si en algún momento sintieron compasión por el alma de cualquier caminante de esta vida mundana nos devuelvan aquello que les regalamos y que tan feliz nos hace. Como el rojo de un amanecer, como la roja rosa con espinas, y como el rojo intenso de las llamas de los confines del diablo. Pediré que mi corazón vuelva a recuperar su color. Pediré que llegue el momento, que llegue el día, que llegue la hora, en la que descubramos el telar que marca las cosas y en el que están, desde hace eones, nuestros nombres bordados. Y aunque el hilo no sea de seda ni oro, llegará el momento en el que creemos de la gruesa lana, capullos de gusanos come mora.

jueves, 23 de febrero de 2012

Soneto a la amistad perdida.


Se gastó el eterno tiempo de pintarlo
de sonrisas carentes de sentido.
Al full le apostaron con unas copas de vino
y al corazón borracho le cortaron por lo largo.

Se cansó el amigo de vagar a solas.
Las noches reclaman su intimidad.
Volverá con su madre la creciente oscuridad.
Encontrará calor en otro rojo campo de amapolas.

Y la amistad volvió a ser un mito
que creció a medida que se divulgaba.
Es hora de recostarse en la memoria

de volver a encontrarse con la almohada,
de devolverle calor a la intrahistoria,
de hacer amistad en otro sitio.

martes, 21 de febrero de 2012

Juventud, divino tesoro.


Últimamente me he dedicado a perderme en mí mismo cuando no sabía qué hacer. He descubierto horas nocturnas que solo existían en mi horario erótico-festivo, y lo que es aún mejor, he descubierto compañías que en ningún momento hubiera imaginado. Últimamente he sentido lo que es la decepción personal y el hacer las cosas mal. Nunca hablaré de arrepentimiento, lo que puede parecer soberbio, ya que arrepentirse no tiene ninguna utilidad. Reconocer, asimilar y aprender me parecen términos que en su globalidad pueden sustituirlo. He descubierto también, qué es lo que se siente cuando te encuentras solo cada noche metido en la misma cama, con las mismas sábanas, el mismo pijama y a la misma hora. No he sentido el cambio, la resolución, la chispa fulgente que brota de cualquier contacto humano, desde hace un montón de tiempo. Siento no sentir.

Desde hace un tiempo descubro la sociedad en la que vivo y el mundo que me rodea. He encontrado que el sinsentido de mi vida aparece de manera diferente durante toda la semana: de lunes a viernes a las tres, mi vida se centra en una constante espiral de cafés, folios y psicotrópicos que mecen a mi futuro para que crezca sano y fuerte; para el viernes, ese niño crece hasta llegar a la adolescencia, se viste con sus mejores ropas, se afeita, y sale a comerse el mundo en compañía de sus más allegados y de no tan conocidos. El domingo probablemente se serena, incluso puede que crezca un par de años y ronde la edad adulta, pero paralela a la caída de la tarde, se vuelve a colocar el pañal y el chupete y se vuelve a su transitoria cuna, siempre con la misma  nana. Probablemente, después de todo, puede que mi vida sí que tenga sentido. Siento sentir sentido.

Si bien es cierto que muchas veces me siento decaído, abatido, e incluso superado por los acontecimientos que me suceden, siempre, aun siendo realmente pequeña, prevalece frente a esa eternidad azul y salada, una capa blanquecina  de espuma que me devuelve a la tierra permitiendo recuperar la cordura, y en algunos casos, la locura. Quizás después de todo, el sentido de mi vida ha cambiado: antes podría ser el amar y el ser amado; y ahora se ha tornado en estudiar, entre semana,  y ser estudiado, cuando salgo por ahí cada semana. Probablemente sea esto lo que supone la juventud, un tejemaneje constante del destino que tenemos que precisar entre semana, y deshacer cuando llega el viernes vespertino.

Nunca habrá nada tan gratificante como la vida adolescente. Ese ir y venir, salir y entrar de todos los lados sin importarte el quién, ni el qué, únicamente la vida. Sé, por todo lo que he oído, que la mayoría de la gente recuerda su juventud como el momento más floreciente. Aquellos dulces diecisiete y dieciocho, veintiuno y veintitrés,  cuando invertíamos las horas del reloj en contarse unas a otras. Cuando salíamos con un número de amigos y entrábamos con ese mismo número incrementado. Cuando nuestro estado emocional navegaba entre épocas de bonanza y períodos de crisis... Dicen aquellos que la vivieron, que la adolescencia siempre se recuerda como el momento de mayor trajín personal; estudios, vida social, vida familiar, re-estudios, y en muchos casos, preocupaciones que se quedan grandes para gente joven. Vivimos entre barreras de contraportadas y cubatas. Por la mañana somos gente de bien, educada, pulcra y limitando con lo angelical; mientras que por la noche nos transformamos en salvajes discotequeros que queman la suela de los zapatos cada vez que salen. La verdad es que hasta los ángeles tienen sus momentos malvados. Vivimos en una constante primavera, como decía Garcilaso, en la que lo único que nos importa somos nosotros mismos, preocupándonos de manera inconsistente en el sentido o no de cuanto hacemos. Probablemente vivamos sumidos en una nube de narcisismo y egolatría, pero es que es nuestro tiempo y tenemos que vivirlo para nosotros. Es el tiempo de experimentar, de conocer, de descubrir ideologías y más o menos posicionarnos, de cometer errores y reconocerlos, asimilarlos y aprender. Todo lo que sucede en nuestra vida en este momento tendrá una gran repercusión en las épocas venideras porque cimentamos nuestro futuro y creamos nuestras redes sociales cuando ni siquiera somos realmente conscientes de ellos.  Inconsciencia en muchos casos puede ser la madre de la adolescencia y lo que nos impulsa continuamente a tropezarnos con la misma piedra, pero sobre todo, a levantarnos después del tropiezo. Sí, seremos ignorantes, inconscientes, inmaduros, y en muchas ocasiones infantiles, pero es nuestro momento de vivir la vida, de encontrarnos con nosotros mismos, y como todo en esta noria tiene su momento, no precipitemos acontecimientos, que ya maduraremos.
Tan solo espero que, pase el tiempo que pase, cuando los años se me acumulen y pase a ser un cuarentón o un cincuentón, mi espíritu juvenil no se empolve y esté siempre ahí para darle una patada a la madurez y sentir inconscientemente  mi vida adulta.
Sentir la sensación de no sentir si siento lo que siento.



viernes, 17 de febrero de 2012

Ya no se hace gente como la de antes.

La raza humana se ha caracterizado a lo largo de toda su historia por su incansable falta de satisfacción personal. O bueno, a veces también por su desmesurado conformismo.
Tendemos a basar nuestras aspiraciones humanas en estereotipos que vemos en la sociedad, y si no los vemos, los creamos. La sociedad crea y nosotros recibimos con los brazos abiertos. Es curioso, pero de un tiempo aquí, pongamosle un trío de siglos, la humanidad ha pasado de ser un ser social, a ser un ser asociado. La dignidad e integridad de la persona se ha visto enrocada por la supremacía de la entidad metafísica que es la Sociedad. De ahí que todo esté previamente establecido por quien mueva los hilos y que todos tengamos nuestro puesto y lugar en este mundo mecánico. Y lo peor de todo es que tener un puesto en este trabajo no significa ser irreemplazable, de hecho cada vez más , debido a que nos deshumanizamos los unos a los otros, el ser humano se está convirtiendo en un ser totalmente reemplazable. El que no consigue lo mismo que tú por maña lo consigue por fuerza, y si no, se le forma hasta que lo consiga. Incluso aunque nuestras características físicas sean obviamente diferentes, demos gracias a la maravillosa genética, nos empeñamos en parecernos más los unos a los otros.

Realmente, desde hace un tiempo, los hommos hemos ido creando nuestro propio "opio para el pueblo", que lejos de la Iglesia que decía Marx, son los prejuicios, los convencionalismos y el dichoso dinero. Únicamente basamos nuestra gratificación personal en estar acorde físicamente a las convenciones sociales, en evitar actos que nos procuren etiquetas prejuzgadas y en ser lo más asquerosamente ricos. Creamos entre todos una sociedad que es un lobo para el hombre y que, lejos de ayudar a que todos convivamos y generemos un estado de bienestar, lo que hace es oprimir al falto de espíritu y personalidad y embriagar al que se cree intocable. Pobres son los que están faltos de dinero, los que no tienen una vivienda digna ni un mendrugo de pan que llevarse cada día a la boca. Pero pobres son también todos aquellos dibujos animados de la sociedad que buscan incansablemente un aspecto que roce lo convencionalmente correcto, creyendo que así serán más felices. ¡Y qué bonita es la variedad digo yo! Pero somos tan insatisfechos, tan inconformistas y tan catastrofistas, que realmente todo lo que tenga que ver con nosotros tiene más connotaciones negativas que la palabra "guerra". Somos como esas personas mayores que se concentran en la sala de espera del ambulatorio cada tarde y pelean entre ellas para saber cuál es la que está peor de todas. Desaprovechamos lo que está dentro de cada uno de nosotros porque este reloj social mantiene oculta a la persona que habita detrás de cada estereotipo. Somos eufemismos de nosotros mismos. Nos han hecho así.

Hoy en día, desde un tiempo hasta ahora, es inevitable cruzarse por la calle con autómatas que llevan etiquetas "made in". La gente de verdad se pierde con el tiempo. La esencia de la historia y de la intrahistoria la guarda la Sociedad y se perfuma con ella en su nube, mientras se ríe de nosotros, proletarios.
Desgraciadamente, ya no se hace gente como la de antes.

jueves, 16 de febrero de 2012

Someone like you

Dicen los pocos que me leen que la mayoría de lo que escribo, lo escribo con sentimiento. También he oído que suelo ser pesimista escribiendo, incluso cuando cosas de amor se trata.
Puede ser que nadie entienda lo que supusiste para mí, lo que significó lo que hubo en nuestras vidas. Llegó un momento en el que yo me veía bastante negro y era de noche. Todo tenía un perfecto sentido acorde a lo que hacíamos, nadie era capaz de sorprenderse de nuestros actos, estábamos dentro de lo estándar y limitando con lo extravagante y lo normal. Quizás fuese ese el problema. También tuvimos que aguantar mucho a lo largo de prácticamente todo el tiempo que estuvimos juntos, y no quiero decir que lo que vivimos fuese todo malo, nada más lejos de la realidad. Tengo que admitir que probablemente fuiste la primera persona en mi vida que consiguió sacarme de mí mismo. Contigo aprendí lo que era amar, lo que era reír y llorar de amor, lo que era conectar con el dolor ajeno. Lo que era ser feliz. He de admitir que contigo sí que podía decir que era feliz aunque no fuese una felicidad que proviniera de mí mismo, ya que mi felicidad eras tú. A veces pienso si realmente ser feliz significa amar a otra persona. Cuando yo te amé sabía que entre nosotros dos había un vínculo, una unión que mantenía unido nuestros corazones y que era el catalizador de todos los recuerdos bonitos que guardo hoy en el rincón de mi memoria, tras las puertas doradas del cielo. Latíamos al mismo compás, al mismo son, y si uno de los dos dejaba de latir el otro estaba ahí para apoyarle. Puede que la fórmula de la felicidad sea un amor de verdad. Un dos que no sea igual a uno más uno.
No sería la primera vez que me han dicho que nunca estuve enamorado, que únicamente fueron amores de juventud y que no iban más allá. Para mí sí que iban más allá. La verdad es que admito que recuerdo con melancolía y nostalgia bastante de todo aquello que nos regalamos. No me es, ni será fácil, vivir ahora tranquilamente después de haberlo tenido todo, y no únicamente hablo de nosotros, sino de toda mi vida en general. Sé también que para ti no fue fácil volver a empezar de cero con nuestros brazos separados, pero no tienes por qué estar triste, siempre pudo ser peor.
Llegará el momento en el que te vea con tu vida hecha de nuevo cuando inevitablemente nuestros caminos se vuelvan a cruzar en este pañuelo mundano. Confieso, te confieso, que me será imposible no recordarte tal y como eras a tus dieciocho años. Eres de esas personas, con las que pase el tiempo que pase y lo que suceda entre nosotros, mi ángel de la conciencia vence al demonio de mi hombro, imaginándote en un futuro con toda la felicidad y el amor que tú me regalaste y que tanto te mereces. Porque puede que crezcamos a base de dolores y problemas pero siempre te agradeceré la capacidad que tuviste durante más o menos tiempo de apartar las nubes negras de mi vida y brillar como el sol que eres. Puede que llegado el momento y nuestros caminos se crucen, seamos incapaces de dirigirnos la mirada y mucho menos de dedicarnos unas palabras, o puede simplemente que ni siquiera nuestros caminos se vuelvan a encontrar. Me entristece pensar esto último.
Pase lo que pase, estés donde estés dentro de unos años, espero que todo te vaya bien. Por si acaso, arrojaré esta carta al viento y le pediré al tiempo que sea justo contigo y compasivo conmigo . Le pediré que si en algún momento de su eterna vida te vuelve a encontrar te trate con delicadeza y te proteja del olvido.
Le pediré que te recuerde que yo estuve ahí y que tú , querida, fuiste el reloj que paró la cronología y que escribió en el firmamento nuestros nombres para toda la eternidad.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Vivan los venáticos ignorantes

¿Qué se puede hacer cuando tu mente te ve corriendo sin parar destinado a chocarte contra un muro? Esas situaciones en las que sientes la necesidad de luchar para saber sin comprender, para preguntar sin importarte realmente la respuesta, únicamente por el mero hecho de articular palabra, para que sepan que estás ahí, y para buscar el por qué de estar ahí. ¿Por qué a veces nos da por pensar tanto que hasta nuestra mente se aturulla y se vuelve trágica la existencia? No hay necesidad de ser catastrofistas; el mundo es bonito: hay árboles; hay pájaros ; hay materia viva...Hay color. Hay un ciclo que lo rige todo perfectamente. Todo está hecho a medida. Todo es imperfectamente perfecto. ¿Por qué entonces la necesidad de pensar tanto en la palpable imperfección? ¿Cuándo llegamos al momento en el que empezamos a correr contra el muro? ¿Tan difícil se ha vuelto vivir en tan pocos años? Quizás el mundo no sea tan bonito como lo queremos pintar: los árboles crecen altos; los ríos zigzaguean en busca de la libertad salada; e incluso los pájaros encuentran la felicidad a muchos pies sobre el suelo. Hasta el hombre construye cada vez más alto huyendo de esta vida mundana. Solo los ciegos se quedan en esta existencia terrena excavando sus túneles en busca de algo aprovechable.

Pese a todo, hay gente que encontró la felicidad, o la felicidad les encontró a ellos, no sé, y consiguió casarse. Hay otros cuya existencia se basa en adorar al único afortunado del que todos hablan y al que nadie ha visto nunca por estos lares; llámalo Dios, llámalo como quieras. Y luego existe un tercer grupo, completo interiormente desde mi punto de vista, que compagina la realidad material y la realidad espiritual en su vida. No obstante, todos proyectaron lo bueno de lo que carece el mundo, y a lo que la mente no llega a dar explicación, en otro ser distinto a ellos, y aun así, viven envidiablemente felices. 
Realmente envidio a todos aquellos que han encontrado lo que da sentido a su existir. Quizás lo mejor sea no pensar tanto en las cosas o traspasarle la justificación de aquello que se nos queda grande a un ser todopoderoso y omnipresente. De ahí que asimilemos la imperfección de la persona,a la que llamamos pecado, como algo impuesto por la ética personal de Dios , o que pensemos que las cosas inexplicables están establecidas por un Hado o Destino que marca nuestra vida. Quizás sea bueno no pensar que todo texto acaba con un punto, o que toda palabra guarda una identidad, un por qué. No sabemos ni adónde vamos, ni de dónde venimos, ni dónde cenaremos, y aun así, nos llamamos felices.
Los inconscientes, los indiferentes, no pierden el tiempo tratando de buscarle sentido a las cosas. Los pensadores que hacen cábalas en la cama, se asustan con lo que supone vivir. Quizás sea preferible vivir sin saber nada, pues el que mucho sabe, mucho sufre, y al que todo desconoce, todo le agrada.Quizás sea mejor así.

Mientras tanto, dejemos el cerebro en el frigorífico para que se le enfríen las ideas, proyectemos nuestra realidad pensadora en un ente superior e inoculémonos  intravenosamente un poco de idiocia para que nos ayude a vivir existencialmente tranquilos. 
Vivan los venáticos ignorantes.

lunes, 13 de febrero de 2012

Spark


Hoy el día está nublado
y cantan los pájaros el llanto,
y cuando se acerca al fin su canto,
se arropa cada vez más con su manto
la voz dormida del poeta.

Hoy el día está grisáceo
y van las nubes descoloridas
una tras otra, sin que el sol tenga cabida,
sin que la sonrisa que al fondo duerme,
encuentre una luz que la despierte
y la devuelva la vida.

Mas detrás de toda esta carretera
cuelgan brillantes la luna y las estrellas
que intranquilas e impacientes esperan,
a sentir algo que les devuelva a la vida terrena,
a sentir algo que no nazca de ellas.

Hoy el cielo es gris y opaco,
pero se puede ver a lo lejos
cómo al asfalto se le cae el pellejo,
y saca su brazo el eterno Vaco.


Hoy la noche encierra intransigente
un baúl que llenamos hace tiempo,
que guardamos en medio de tanta gente
y al que olvidamos ponerle el sello
de devolver urgentemente.


¡Vuelve amor infinito!
devuelve a la vida la felicidad que te llevaste,
Tú, maldito perro, que pusiste en nuestra boca el caramelo
para quitárnoslo después de darle un beso
y condenar nuestros labios al desgaste.

¡Vuelve perdida ilusión!
trae a esta condenada existencia
unos cartones para soportar mejor la indigencia,
y a este ,mi condenado mundo,
un poco de color.

sábado, 11 de febrero de 2012

We'll be glowing in the dark


Siempre es bueno recordar que después de la tormenta viene la calma, y que, normalmente, la trae aquello que primero apartamos en días de rayos y retruécanos. Muchas veces nos ocultamos de los demás por conocernos a nosotros mismos. Nos hurgamos en las heridas que tenemos en nuestro interior,  absortos de quien  espera fuera. “Vive la vida”, “haz el amor y no la guerra”, incluso “libres domingos y domingas”, son frases que aunque engloben filosofías nada concretas pasan muchas veces por nuestra cabeza. Cuando uno está en esos días en los que prefiere no estar, en los que toda frase motivadora tiene un contrario que te desmotiva aún más, olvida que dentro de su lista de reproducción hay más canciones de las que alegran que de las que entristecen. Porque somos crueles con nuestro propio yo y nos encanta escuchar lo triste en momentos tristes, y lo alegre en momentos alegres. Te propongo que empieces el día con una canción a decibelios ilegales y acabes la noche con el mismo volumen y la misma melodía. Tu día es tal y como tú lo pintes y hay que reconocer que cuando todos pintamos el mismo mural los resultados son más asombrosos. Porque aunque estés en un día de tormenta siempre tienes a alguien que te sujeta el paraguas. Cuando en tu lista de reproducción sale la canción menos alegre en el día más gris, aparece esa persona que sin saber cómo te saca una sonrisa.

Este viernes me preguntaban que qué creía que pensaban mis amigos de mí. Nunca sabré a ciencia cierta lo que piensan mis amigos de mí. Probablemente no sea el amigo ideal, tengo mis defectos y mis virtudes, tengo mi vena picajosa y mi vena sensible.  Incluso, probablemente, nadie que no me conociera podría pensar que podía llegar a ser su amigo de verdad. De lo que estoy seguro es que pase lo que pase, sea como sea, esas personas a las que yo llamo “amigos”, a las que tú llamas “amigos”, han demostrado que cuando más llovía, más nevaba, más tronaba, más provistos estaban de paraguas, guantes y tapones. Que cuando más llorábamos, más capones nos daban por tontos. Y que cuando más reíamos más sabían compartir nuestra alegría. Realmente, tener amigo supone un tesoro. Y tú que te codeas con la “jet set” de la amistad cuentas en billones tu fortuna. Sabes que siempre que lo necesites, aunque no lo digas, aunque no estés en tus momentos más lúcidos, están ahí para echarte una mano y agarrarte por donde sea. Es ese tipo de gente que tenemos en nuestras vidas que cuando éramos pequeños no nos imaginábamos un futuro sin ellos; si yo quería ser abogado, te tendría a ti que serías mi médica, a ti mi ayudante en lengua y tú probablemente mi cirujano. Amistad que es enemiga del tiempo desde tiempos inmemoriales. Incluso  el tiempo es a la vez amigo  y enemigo de uno mismo. Todo lo destruye y todo lo cura. Así que abrígate de relojes parados, cúbrete de manos amigas y vístete de positividad, porque incluso Mario Bross, que podía llegar a tener vidas infinitas, tenía a Yoshi para que le ayudara.

Nosotros desgraciadamente tenemos “1up”. Quizás desgraciadamente tener 1up nos suponga un problema. Pero estoy seguro que, “desgraciadamente”, el tiempo no nos quiere dar otra vida porque tiene miedo de que también encontremos a alguien con quien vivirla y también se la ganemos.

jueves, 9 de febrero de 2012

Siente la vida. Vive la vida. Sonríe


Sal. Respira. Siente. Alza la vista. Sonríe
Salta. Corre. Vuela alto. Siente el viento. Abre las alas.Sonríe
Habla.Llora.Grita.Grita aún más fuerte. Que te oiga el mundo. Sonríe

Que nada ni nadie ensombrezca tu semblante. Que las nubes negras pasen de largo y descarguen otro día. Que el día está hecho para ti a tu medida y que nada ni nadie es capaz de estropearlo si tú no se lo permites. Eres tú quien gobiernas tu barco y mandas su rumbo. Las rocas en el camino tienes que sortearlas sin que te rompan el cascarón. Es la hora de que vivas tu vida, de que sientas tu vida. Es la hora de sentirte feliz. Es la hora de apartar los años en un rincón y desempolvar el espíritu, que nunca envejece. Es el momento de llenarse de pircings, de rimmel, de sombras. Es el momento de plancharse el pelo o engominárselo. De salir a la calle y romper con todo lo establecido. De enarbolar la bandera de nuestra propia ideología y declarar esta nuestra tierra, tierra de libres y felices. Es el momento de tirarte en el sillón y hartarte a ganchitos viendo películas. Siente la necesidad de encontrarte a ti mismo en vasos medio llenos y cigarros medio empezados. Busca el lado positivo de todas las cosas. Siente el pesimismo y ríete de todos aquellos que lo siguen. Ríete de todos los que no te siguen. Ríete de todos los que te siguen. Ríete de ti mismo. Diviértete. Quema la noche y también el día. Sin prejuicios, sin qué dirán. Sal. Corre. Salta. Haz lo que tu corazón te diga. Déjate el cerebro en el congelador para que se le refresquen las ideas. Comete locuras para que te llamen loco. No pienses en los demás, da igual que te vean o no, tú haces tu vida. Comprométete y rompe el pacto. Cumple con todo aquello que no está establecido. Que la única ética que te guíe sea la de divertirte. Siéntete lleno. Busca la medida de todas las cosas y sobreexcédete en todo aquello que te anime. Sube el volumen, que te oiga todo el edificio. Recuerda. Revive. Reedita. Recupera. Felicidad, ese es el propósito. Cero remordimientos, cero preocupaciones, cero quehaceres. Eres libre, disfruta de tu libertad. Cero condiciones, cero limitaciones. Un tiro a la conciencia. Revive la rebeldía que tanto tiempo lleva dormida. Emborráchate. Olvida. Siente la resaca. Olvídala. Emborráchate. Cero, uno, dos, tres. Para el tiempo, hazlo tuyo. Controla tu tiempo, distribúyetelo. Es tu vida, tu barco, tu avión, tu vuelo. Tu alma. Tu única oportunidad. No hay “play again”. Muere sonriendo. Vive viviendo.

Sal. Respira. Siente. Alza la vista. Sonríe
Salta. Corre. Vuela alto. Siente el viento. Abre las alas.Sonríe
Habla.Llora.Grita.Grita aún más fuerte. Que te oiga el mundo. Sonríe

martes, 7 de febrero de 2012

Tarjeta de visita

Nunca he sido partidario de la monotonía. La rutina me produce sarpullidos y lo sistemático dolor de cabeza. Me gusta coger mi mundo y ponerlo patas arriba, desordenarlo un poco y re-desordenarlo a mi manera. Soy partidario de hacer cosas sin sentido con tal de aumentar el número de anécdotas. Y he de decir que me gusta andar sin rumbo con tal de encotrarme con algo o alguien desconocido. Siempre me ha gustado hablar con la gente que no conozco e intercambiar miradas y sonrisas, así como puntos de vista. Si veo una paloma coja me río, y con los vagabundos simpatizo. Siento debilidad por la edad antigua y la joven, siendo los abuelos prioritarios.Si veo algo que me gusta lo cojo. Lo que me desagrada procuro no verlo. Por la mañana soy una persona seria y estirada, un tanto cachondo, pero serio. Por la tarde sin embargo soy más cachondo que serio y me quedo más ancho que largo haciendo lo que me da la gana. Antes no me gustaba fumar, ahora de vez en cuando apetece. Soy de los que piensan que un cubata entra mejor con amigos que con Soledad, y por favor, con un par de hielos y en vaso de tubo. Seriedad solo como concepto y no como práctica, en ninguna de sus interpretaciones.Sinceridad solo como práctica y no como concepto efímero. Soy introvertidamente extrovertido, me encanta exteriorizar lo que siento. Sonrío sin motivo y me considero un joven loco con aspiraciones que van más allá del manicomio. Tengo el alma rota pero conservo mi rama. "Be water my friend" que yo prefiero ser chocolate fundido. En los pokemon soy de los que siempre escogían el de fuego. Puede que lo que diga sea irrelevante pero no por eso ha de ser efímero. Me tomo con gracia la vida aunque escriba sin humor, y aunque lo que diga me cueste mis problemas, vivo con el pensamiento de escribir sin pensar y pensar lo que no escribo. Puede que tenga la boca larga y abierta e incluso que sea algo reivindicativo. La mesura es solo para los cobardes. El cementerio está lleno de valientes. Me considero un "daliísta" nato, la realidad es aburrida. Ironizo con ella, la rompo, la desgarro, la cambio a mi parecer, e intercedo en ella subjetivamente. Puede que sea algo racista, pero todos en un determinado momento barremos para nuestra casa. Soy partidario del bilingüismo, precursor del "espaninglis".Respecto al amor rompí el dos de corazones y guardé el resto de la baraja con las picas y los tréboles.   Los rombos solo en los jerseys. En la cama soy tradicional, me gusta dormir con la tele puesta; mi postura preferida es abrazando  la almohada.


Nunca he sido partidario de la monotonía, pero mi vida siempre es tan desordenada que se está volviendo rutinaria. Acojo a todo aquel que quiera desatar su propio caos en mi mundillo y hacerme descubrir lo bonito de un desorden comunitario.

sábado, 4 de febrero de 2012

Best thing I never had.


Hubo una época en la que todos reconocíamos a primera vista la felicidad. Esos momentos en los que salían sonrisas hasta de debajo de las piedras. Cuando llovía y era necesario salir a la calle para mojarse. Todos olvidábamos los paraguas al mismo tiempo. Vestíamos de colores alegres: verde, amarillo, rojo y nos presentábamos diciendo “Hola, yo bien, ¿qué tal tú?”. Incluso nuestras conversaciones comenzaban con palabras infinitas que llenaban la pantalla de una  misma grafía. Hace no mucho tiempo, incluso hay algunos afortunados que todavía, dormíamos cada noche como cuando éramos pequeños. Nos atrevíamos a decir que estábamos contentos y a calificar nuestro corazón de dichoso. Es más, a veces decíamos que estábamos enamorados. Decir que uno está enamorado lleva consigo una masificación de felicidad que es propio de los niños más niños. Salíamos a la calle y sobre Madrid había una nube de inocencia que entraba por nuestros dos pulmones y salía por la nariz dejándola más que limpia. Queridos, hubo un tiempo en el que el cielo era del color del que nosotros queríamos pintarlo y los días se acomodaban a nuestras necesidades. Las noches eran estrelladas según nuestro nivel de locura; si realmente los estrellados éramos nosotros, el cielo estaba más oscuro que nunca, pero si en todo el día no habíamos hecho nada que nos demostrase lo idos que estábamos, la noche estaba pigmentada de caóticas bombillas. Era gracioso mirarse unos a otros y ver hoyuelos en todas las caras. Ver algodones de marfil detrás de cada labio era algo típico de cada día. Incluso era divertido quedar con los amigos y perder la tarde entre carcajadas, exhalaciones y dolores de barriga.

Ahora sales a la calle y te encuentras que Madrid está más contaminada que nunca. Que toda la inocencia que se respiraba ha degenerado en una hipocresía que hasta las ratas repugnan. Vayas por donde vayas nadie es lo que aparenta ser. Somos nubes observadas por los demás, que se dedican a adivinar la forma y figura que tenemos. Nos califican de burros, cerdos, e incluso cuervos. Somos alimento de nuestra propia prole. Somos prole de nuestra propia carroña. Somos desecho, basura, despojos. Despojos de una historia que ha pasado por cada una de las sociedades que decrecen en valores. Somos apaños de una intrahistoria que intentamos grapar con grapadoras oxidadas. Es detestable cruzarte con autómatas que son educados en la cortesía más descortés y la elocuencia más envenenada. Detesto cruzarme con aquellos que dicen ser vestigios de tiempos en los que la luna era blanca y el sol se alzaba rojo. Me asquea dirigir la mirada o la palabra a aquellos que dicen vivir la mejor de las vidas. Estoicos, escépticos y cínicos abundan dentro de cada cubo de basura.  Apáticos, conformistas y desconocidos dicen vivir la vida sin realmente aceptarla. Es triste mirar a los demás a los ojos y descubrir que las cuencas están vacías. Que ya ni siquiera el blanco de los ojos nos iguala. Que incluso el cielo se corta en cada uno de nosotros porque odia unir a la gente que pretende dejar de ser nube para ser estrella. Madrid se ha convertido en un monte de  ánimas becqueriano.

Me da pena pensar que nos toca vivir un tiempo tan miserable que  la única felicidad que nos queda es la impresión al recordar una época en la que la gente se cuantificaba por su valor moral y no por su utilidad económica, anímica, o sexual.

viernes, 3 de febrero de 2012

Días de vino y tardes de garrafón.


Después de todo lo que ha vivido llega un momento en el que  se ha acostumbrado a vivir con un hueco en su alma. Desde que era bastante pequeño camina con una carga que nadie intuiría y que muy poca gente conoce. Una de las carcomidas columnas de madera que cimientan su vida. Esta especialmente, carcomida por las termitas del alcohol, que todo lo destruyen y todo lo devoran.  Ha sido machacado constantemente por los efectos perjudiciales de los grados de las botellas que destrozaban una a una sus ilusiones y apagaban poco a poco su voz. Ha visto tantas cosas que, desde el primer día que lo comprendió todo, decidió que era mejor callarse y limpiar los trapos sucios en casa. Jueves tras jueves, viernes tras viernes, día tras día, entraba por la puerta de su casa el mismo hedor a colonia que embriagaba todo el ambiente y traía consigo resquicios de palabras que salían de la boca a duras penas. A duras penas podía saber de dónde venía. Lo podía intuir, pero lo único que sacaba seguro era que había estado en compañía de una botella, ni siquiera se aseguraba el vaso. Era aterrador estar en la cama y oír el zigzag en la escalera. Miedo, probablemente todo por miedo.

 Es tanto lo que ha tenido que observar y tragar que su corazón es delicia grouyé de los ratones. Lo que más le dolía era que al día siguiente nunca pasaba nada. Y últimamente todo empezaba a degenerar cada vez más. El trabajo era algo extraordinario, quedarse en la cama resultaba más placentero. Los días de horas largas, noches cerradas y madrugadas vespertinas se sucedían cada vez con más frecuencia, como si el hígado le pidiera a gritos que le matara a cirrosis, como si la garganta le suplicara un trago más. Creo que hace mucho tiempo que dejó de dormir con la conciencia tranquila. Incluso ahora sus pulmones se alineaban con el resto de sus órganos en dirección contraria a la vida. Nunca se le pudo nombrar la palabra problema. Como si de un niño se tratara argumentaba su modo de vida diciendo que era así y que para qué iba a cambiar. Resulta que le gustaba ser el protagonista al entrar por la puerta con la cara roja y la lengua ardiendo. Parece ser que le encantaba llegar al totalitarismo independiente de su casa y soltar todo lo que había tragado. Era feliz por las tardes y odiaba enérgicamente las mañanas.

Probablemente haya perdido las ganas de vivir. Puede que este mundo en el que todos nos vamos difuminando poco a poco esté consiguiendo acabar con él de una manera más rápida. A mí personalmente me da pena ver cómo la humanidad de una persona, la que hemos conseguido después de tantos millones de años de evolución, se pierda entre días de vino y tardes de garrafón.

lunes, 30 de enero de 2012

La voz dormida.

Parece que existe una ley natural que nos obliga a callarnos lo que pensamos por el mero hecho de no caer en gracia. A lo largo de la historia ha imperado la supremacía del más fuerte, y todos aquellos que destacaban, por ideologías o pensamientos contrarios, eran considerados engranajes defectuosos, y por tanto, eliminados. El tiempo nos ha demostrado que todo arcaísmo está destinado a caer en el desuso y el olvido, arrastrando consigo a todos aquellos que se jactan o benefician de su uso. Hasta palabras que tienen pocas connotaciones, como puede ser "alcoba", se utilizan cada vez menos hoy en día. Sin embargo, aunque los nuevos bibliófilos se preocupen por la creación de neologismos que vayan nutriendo poco a poco el diccionario universal, siempre hay gente que no los acepta y que por tanto los calla. Así, aunque toda la vida haya existido un sentimiento en determinadas personas que les incitaba a decir lo que realmente pensaban, de igual manera siempre hubo alguien para callarlos. Como si de una película americana se tratara. aún nos queda un largo camino que recorrer por la lucha de los derechos y las libertades humanas. Porque nadie te puede coartar a decir lo que piensas, independientemente de que choque contra sus normas morales, por muy bien construidas que estén. Porque las opiniones emanan de uno mismo y las soltamos como el primero que soltó una paloma en Madrid. Nunca sabemos lo que podemos causar con ellas pero nadie nos puede penar por algo que no es culpa nuestra. ¿Superpoblación? ¿Ofensa? Realmente la ofensa sería cohibir a nuestra mente del respiro que le supone liberarse de todo aquello que nos perturba, nos ofende, o nos enerva.
Y es que aunque toda la vida haya existido gente autoritaria, la historia nos demuestra que, paralela a la evolución, siempre ha habido un número de personas que no se callaron lo que pensaban, independientemente de lo que fuera. Así,  hoy en día tenemos ejemplos a seguir  de líderes, para mí pacifistas, que únicamente  se sirvieron de su voz para condenar los errores espaciotemporales, como fueron Gandhi o Martin Luther King. Fueron esas voces latentes que un día despertaron independientemente de que existiera alguien a quien sus palabras ofendieran. Solamente pensaban en denunciar las injusticias que se cometían y en llamar a cada cosa por su nombre.
Desgraciadamente, las pequeñas voces sonamos hoy  como susurros condenados al reproche.

domingo, 29 de enero de 2012

Un recuerdo agrio


Hoy la luna llora con ojo solitario.
Se nos olvidó llamarla a principios de Mayo.
Se nos fue de las manos sin apenas notarlo,
se nos olvidó quererla antes de quitarnos el sayo.
Hoy la luna siente con dos dedos de frente,
y aun sabiendo que no volverás esta noche,
conocemos los dos tu nombre, fantoche,
que nos dejaste el alma en un relicario,
y te fuiste sin decir adiós con el viejo diablo.
Y cuando la luna y yo  más tristes estamos
vuelves esta noche impía quimera
a recordarnos un tren del que fuiste pasajera,
a recordarnos  un tiempo que apenas borramos.
Me haces navegar por mares estancados
de besos, caricias, noches en tu cama,
noches de lujuria y cuerpos enredados,
que emergen en mi memoria condenada
como recuerdos amargos
como recuerdos olvidados.
Y sin premeditar palabra o acto
lanzas tus memorias envenenadas como dardos
que me destrozan el alma con cada impacto,
que me destrozo  el alma con cada llanto.
Y esta noche la luna y yo lloraremos juntos.
Abriste el cajón de los viejos difuntos,
trajiste de nuevo a mi infeliz mundo
días  de luz y tardes de viento sin rumbo.
Y hoy, este cielo de luna apagada
sufre , quimera, fantoche, pasajera,
el deshacer del último de sus nudos
que creó con tu antología, filibustera,
de camas, cuerpos, y besos mudos.

viernes, 27 de enero de 2012

Hope.


Enterré la cabeza bajo tierra como las avestruces, y vi que allí dentro la oscuridad era incluso más densa. Siempre he oído decir a algunos pocos locos soñadores, que cuando el cielo está más negro, cuesta más levantar la vista del suelo.

Puede que llegue un momento en nuestra vida en el que las cosas tengan que sobrepasarnos, porque los retos fáciles ya los sabemos superar. Puede, simplemente, que no se trate de reto o superación, sino de situaciones que nacieron con nosotros, grabadas en nuestro destino, y que para poder seguir en nuestra vida tenemos que cumplirlas. Pero hay veces, que sin que uno se dé cuenta, se ve inmerso en un maremágnum de coincidencias que hacen que su vida, que antes se encontraba en la cúspide de la felicidad, vaya cuesta abajo sin frenos. Porque la vida, la injusta vida, ha permitido que quien hace la ley haga la trampa y que los desamparados tengamos que buscar las soluciones a nuestros problemas en crearnos caparazones de banalidades que reboten lo que nos lancen y contengan lo que no queremos ver. Enterrar la cabeza y descubrir la oscuridad. Sentir que la vida es un sinsentido. Una rueca de descoser que gira y gira al mismo tiempo que envejece.
Cuando me miro en el espejo me doy cuenta de que de un tiempo aquí, he llevado la misma vida puesta todos los días. La he matado a botellas de alcohol y a quemaduras de cigarros. Mis pulmones murieron de cirrosis y mi hígado se hizo cenizas, y después, volví a revivir para empezar otra vez. Destrocé mi vida, la humillé, la pisoteé y la he puesto a tender. Pensé que una vida excesivamente usada era reflejo de una vida realmente vivida. Me equivoqué. Ahora, frente al mismo espejo, descubro, que todo lo que intentaba ocultar se ha juntado con todo lo que intentaba mostrar y me han superado. Los lentos años vinieron cargados de arrugas. Perdí la guerra que mantenía contra mí mismo y contra el resto del mundo. También descubro, que el vestigio de amor que me queda, se halla en conversaciones hasta las tantas de la madrugada. Un amor desgraciadamente imposible porque todos los locos soñadores, ataviados de una vida andrajosa, que lleva migas de recuerdos pasados, tenemos el mismo miedo de siempre. De caer, de recaer. De perder lo que más valoramos y perdernos a nosotros mismos con ello. De ser conscientes de que lo único que nos importa y nos ha importado hasta hoy era aparentar ser felices mostrando unos labios grises sonrientes.

Espero, y quiero esperar,  que algún día el que hizo la trampa la pague. Que la libertad no se quede únicamente en concepto teórico. Que el amor no implique la destrucción de la amistad. Y que yo mismo, encuentre la verdadera felicidad.

jueves, 26 de enero de 2012

Versos, whisky, y un par de hielos.

No es vivir lo que se vive sin vida,
pues tener el alma herida
no es peor cosa, querida,
que andar por senda sin salida.
No es sonreír lo que se sonríe sin sonrisa
pues aunque en otro tiempo la hubo
y no necesitaba de premisas,
querida, no es sonrisa,
la que acompañada de lágrimas estuvo.
No es sonrisa vivida con tristeza
la que marca la vida con despecho
y como si se tratase de pereza
sale de mi pecho cual bostezo
y me recorre sin proeza
el cuerpo entero.
Y aunque sin sonreír, sonrisa
ni vivir querida vida, estoy,
mi corazón se da cuenta
de que a cada paso que doy
la noche más me atormenta
al no saber adónde voy
ni por qué la tristeza en mí se sienta.