lunes, 30 de enero de 2012

La voz dormida.

Parece que existe una ley natural que nos obliga a callarnos lo que pensamos por el mero hecho de no caer en gracia. A lo largo de la historia ha imperado la supremacía del más fuerte, y todos aquellos que destacaban, por ideologías o pensamientos contrarios, eran considerados engranajes defectuosos, y por tanto, eliminados. El tiempo nos ha demostrado que todo arcaísmo está destinado a caer en el desuso y el olvido, arrastrando consigo a todos aquellos que se jactan o benefician de su uso. Hasta palabras que tienen pocas connotaciones, como puede ser "alcoba", se utilizan cada vez menos hoy en día. Sin embargo, aunque los nuevos bibliófilos se preocupen por la creación de neologismos que vayan nutriendo poco a poco el diccionario universal, siempre hay gente que no los acepta y que por tanto los calla. Así, aunque toda la vida haya existido un sentimiento en determinadas personas que les incitaba a decir lo que realmente pensaban, de igual manera siempre hubo alguien para callarlos. Como si de una película americana se tratara. aún nos queda un largo camino que recorrer por la lucha de los derechos y las libertades humanas. Porque nadie te puede coartar a decir lo que piensas, independientemente de que choque contra sus normas morales, por muy bien construidas que estén. Porque las opiniones emanan de uno mismo y las soltamos como el primero que soltó una paloma en Madrid. Nunca sabemos lo que podemos causar con ellas pero nadie nos puede penar por algo que no es culpa nuestra. ¿Superpoblación? ¿Ofensa? Realmente la ofensa sería cohibir a nuestra mente del respiro que le supone liberarse de todo aquello que nos perturba, nos ofende, o nos enerva.
Y es que aunque toda la vida haya existido gente autoritaria, la historia nos demuestra que, paralela a la evolución, siempre ha habido un número de personas que no se callaron lo que pensaban, independientemente de lo que fuera. Así,  hoy en día tenemos ejemplos a seguir  de líderes, para mí pacifistas, que únicamente  se sirvieron de su voz para condenar los errores espaciotemporales, como fueron Gandhi o Martin Luther King. Fueron esas voces latentes que un día despertaron independientemente de que existiera alguien a quien sus palabras ofendieran. Solamente pensaban en denunciar las injusticias que se cometían y en llamar a cada cosa por su nombre.
Desgraciadamente, las pequeñas voces sonamos hoy  como susurros condenados al reproche.

domingo, 29 de enero de 2012

Un recuerdo agrio


Hoy la luna llora con ojo solitario.
Se nos olvidó llamarla a principios de Mayo.
Se nos fue de las manos sin apenas notarlo,
se nos olvidó quererla antes de quitarnos el sayo.
Hoy la luna siente con dos dedos de frente,
y aun sabiendo que no volverás esta noche,
conocemos los dos tu nombre, fantoche,
que nos dejaste el alma en un relicario,
y te fuiste sin decir adiós con el viejo diablo.
Y cuando la luna y yo  más tristes estamos
vuelves esta noche impía quimera
a recordarnos un tren del que fuiste pasajera,
a recordarnos  un tiempo que apenas borramos.
Me haces navegar por mares estancados
de besos, caricias, noches en tu cama,
noches de lujuria y cuerpos enredados,
que emergen en mi memoria condenada
como recuerdos amargos
como recuerdos olvidados.
Y sin premeditar palabra o acto
lanzas tus memorias envenenadas como dardos
que me destrozan el alma con cada impacto,
que me destrozo  el alma con cada llanto.
Y esta noche la luna y yo lloraremos juntos.
Abriste el cajón de los viejos difuntos,
trajiste de nuevo a mi infeliz mundo
días  de luz y tardes de viento sin rumbo.
Y hoy, este cielo de luna apagada
sufre , quimera, fantoche, pasajera,
el deshacer del último de sus nudos
que creó con tu antología, filibustera,
de camas, cuerpos, y besos mudos.

viernes, 27 de enero de 2012

Hope.


Enterré la cabeza bajo tierra como las avestruces, y vi que allí dentro la oscuridad era incluso más densa. Siempre he oído decir a algunos pocos locos soñadores, que cuando el cielo está más negro, cuesta más levantar la vista del suelo.

Puede que llegue un momento en nuestra vida en el que las cosas tengan que sobrepasarnos, porque los retos fáciles ya los sabemos superar. Puede, simplemente, que no se trate de reto o superación, sino de situaciones que nacieron con nosotros, grabadas en nuestro destino, y que para poder seguir en nuestra vida tenemos que cumplirlas. Pero hay veces, que sin que uno se dé cuenta, se ve inmerso en un maremágnum de coincidencias que hacen que su vida, que antes se encontraba en la cúspide de la felicidad, vaya cuesta abajo sin frenos. Porque la vida, la injusta vida, ha permitido que quien hace la ley haga la trampa y que los desamparados tengamos que buscar las soluciones a nuestros problemas en crearnos caparazones de banalidades que reboten lo que nos lancen y contengan lo que no queremos ver. Enterrar la cabeza y descubrir la oscuridad. Sentir que la vida es un sinsentido. Una rueca de descoser que gira y gira al mismo tiempo que envejece.
Cuando me miro en el espejo me doy cuenta de que de un tiempo aquí, he llevado la misma vida puesta todos los días. La he matado a botellas de alcohol y a quemaduras de cigarros. Mis pulmones murieron de cirrosis y mi hígado se hizo cenizas, y después, volví a revivir para empezar otra vez. Destrocé mi vida, la humillé, la pisoteé y la he puesto a tender. Pensé que una vida excesivamente usada era reflejo de una vida realmente vivida. Me equivoqué. Ahora, frente al mismo espejo, descubro, que todo lo que intentaba ocultar se ha juntado con todo lo que intentaba mostrar y me han superado. Los lentos años vinieron cargados de arrugas. Perdí la guerra que mantenía contra mí mismo y contra el resto del mundo. También descubro, que el vestigio de amor que me queda, se halla en conversaciones hasta las tantas de la madrugada. Un amor desgraciadamente imposible porque todos los locos soñadores, ataviados de una vida andrajosa, que lleva migas de recuerdos pasados, tenemos el mismo miedo de siempre. De caer, de recaer. De perder lo que más valoramos y perdernos a nosotros mismos con ello. De ser conscientes de que lo único que nos importa y nos ha importado hasta hoy era aparentar ser felices mostrando unos labios grises sonrientes.

Espero, y quiero esperar,  que algún día el que hizo la trampa la pague. Que la libertad no se quede únicamente en concepto teórico. Que el amor no implique la destrucción de la amistad. Y que yo mismo, encuentre la verdadera felicidad.

jueves, 26 de enero de 2012

Versos, whisky, y un par de hielos.

No es vivir lo que se vive sin vida,
pues tener el alma herida
no es peor cosa, querida,
que andar por senda sin salida.
No es sonreír lo que se sonríe sin sonrisa
pues aunque en otro tiempo la hubo
y no necesitaba de premisas,
querida, no es sonrisa,
la que acompañada de lágrimas estuvo.
No es sonrisa vivida con tristeza
la que marca la vida con despecho
y como si se tratase de pereza
sale de mi pecho cual bostezo
y me recorre sin proeza
el cuerpo entero.
Y aunque sin sonreír, sonrisa
ni vivir querida vida, estoy,
mi corazón se da cuenta
de que a cada paso que doy
la noche más me atormenta
al no saber adónde voy
ni por qué la tristeza en mí se sienta.


miércoles, 25 de enero de 2012

Un resquicio entre progreso y pasado.


Hoy en día el que no coge peces es porque no quiere mojarse el culo, porque vivimos en una sociedad en la que la palabra “lejos” debería estar tachada como arcaísmo. Todo está tan cerca de nosotros que resulta prácticamente imposible no rendirnos ante el encanto de las cosas. En cierto modo, el actuar de los políticos es normal. ¿Quién no se resistiría a coger un euro para el café con tanto dinero que hay en las arcas? Claro que esto solo está a la disposición de aquellos que saben dónde se toman los cafés por un euro. Y es más, todo está tan cerca, que hasta los que en algún tiempo fueron la cúspide de la sociedad hoy se lucran de igual manera de sus vasallos como si algún tipo de vestigio de poder divino de antaño les quedara. Y es que, en algún momento de la historia, pasamos de la libertad al libertinaje, y como este paso fue dado prioritariamente por aquellos que tenían el poder, hicieron de este una espada de madera. Pero claro, el vulgo nos protegemos con cucharas.
Valores como la humildad, la justicia o la honradez se enseñan en asignaturas creadas por aquellos que ensucian estos principios morales. Seguramente a más de uno de los que están ahí arriba les hubiera hecho falta una buena clase de ética para la ciudadanía antes de embriagarse entre tactos de papel y sabores metálicos. Pero como su posición les permite manejar el escenario y mover a los títeres según su conveniencia, resulta prácticamente imposible que ideales que se inventaron hace trescientos años sigan ahora en su total esencia. Así, dividimos los poderes solo por aburrimiento: resultaba más entretenido llegar a controlarlos todos cuando se empezaba sin controlar ninguno. Ahora las leyes están hechas por unos pocos, privilegiados, para una gran mayoría, no privilegiados. Así que no es de extrañar que el porcentaje de votos caiga cada vez más, porque resulta tan vergonzoso depositar nuestra confianza en los nombres de estos fenómenos, que mucha gente opta por resignarse y atenerse a lo que viene. Y es que es igual quién gobierne, porque hoy en día está todo tan cerca de nosotros que le cambiamos el collar al perro por uno hecho en Alemania o Francia, aunque sigamos perdiendo.
 No obstante no quiero parecer reivindicativo, solo pretendo mostrar la animalización en la que ha caído la sociedad: hemos progresado porque teníamos nostalgia de aquella época en la que aún no andábamos erguidos.

martes, 24 de enero de 2012

The scientist


Como si de una lágrima en verano se tratara nunca he sido partidario de las felicidades efímeras. Esas que te las proporcionan la gente que se encuentra a tu alrededor con la indirecta finalidad de apartarte poco a poco de todo lo que has amado en esta vida. Nunca, categóricamente, aprobaré los celos como excusa sentimental. Y mucho menos defenderé a cualquiera que los profese o se alimente de ellos. Apartarnos de aquellos que conocemos y que marcaron en alguna parte incognoscible de nuestro interior su propia marca de agua es , se mire por donde se mire, un acto totalmente equivocado .Por eso, como si de un viento cálido de invierno se tratara, siempre he reconocido valiente a todo aquel capaz de mantener amigos, enemigos y sentimientos en una estética trascendental que se acerca más una verdadera felicidad. Siempre, y lo digo categóricamente, he elogiado y envidiado a todos aquellos que supieron conservar ambas realidades. Aquellos privilegiados que llegaron a las puertas de oro y decidieron quedarse con la felicidad que les esperaba aquí abajo. Felicidad, en todos los casos, que consiguen trasmitir vayan por donde vayan. Privilegiados, sin lugar a dudas.

Si nos paramos a pensar en los que viven, en los que vivimos, o los he que hemos vivido un amor, descubrimos que hay situaciones pasajeras que nos encojen por dentro y que manifiestan sonrisas de alegría en nuestras caras. Pero es cuando analizamos más detalladamente todo lo que vivimos, tanto en presente como en pasado, cuando realmente reconocemos que entregamos sonrisas de lo más tristes a aquellos que firmaron sentencia con nuestro corazón, al que hoy, a agua pasada, llamamos verdugo y reconocemos como cárcel. Puede que algún día, todos encontremos el equilibrio emocional por ambas partes, o puede que amigos y novio sean simplemente convencionalismos antitéticos. Cuando llegue el día en el que el pesimismo nos invada a todos y veamos como nuestras ilusiones se tiñen de un sentimiento trágico por esta vida, reconoceremos que fuimos meros títeres embriagados por el aroma de una palabra que nunca  supimos poner en práctica. Fuimos mayores que jugaban al amor.

lunes, 23 de enero de 2012

Y que comience la función.


Malgastamos nuestras vidas en pretender ser cosas que ni de lejos somos. Hacemos una propaganda de nosotros mismos que cuanto más, resulta cómica. ¿Cuándo se ha visto a un burro vestir de caballo? Bienvenidos al imaginario mundo de baldosas amarillas y hombres de hojalata. Pasen y vean a la mujer barbuda y a la pareja de enanos trapecistas.

Nos pintamos la cara y salimos a la calle. Luego nos molesta que nos llamen “payasos”. Cometemos actos ataviados con disfraces animalizados. Nos encanta aparentar ser cosas que nos gustaría ser. Vivimos soñando  que cuando salgamos del portal alguien estará esperando a que pasemos para tirarnos un grano de arroz, una rosa, o un rezo por nuestra alma. Descubrimos que nuestra mayor debilidad es mostrarnos a nosotros mismos tal y como somos y entonces nos vestimos de tal forma que ni nosotros mismos nos reconocemos. Es divertidísimo jugar a tinieblas, y más cuando tenemos el mundo entero para escondernos. Son tan buenas nuestras capacidades teatrales que hasta nosotros mismos nos lo creemos. ¿Quién no ha visto a un cuervo interpretar a Hamlet? El problema llega cuando un determinado día todas las estructuras metafísicas, espacio, tiempo y todo aquello a lo que nuestra limitada mente no llega, hacen que nuestro cielo se vuelva negro y nos veamos tal y como somos, o más bien, tal y como no nos queríamos ver. Y llegará el momento de llorar y de decaerse. Pero bueno, siempre quedará seguir interpretando. ¿No?

domingo, 22 de enero de 2012

No es oro todo lo que reluce.


Su apariencia es totalmente sólida, nadie puede ver a través de ella. Como una hoja sin hojas, rígida a la vista, flexible al tacto. Es como un lobo que duerme, si te descuidas y le despiertas, te muerde. Le gusta sentirse observado y le aburre observar. Propón algo que estará el primero. Organízalo y no cuentes con él. Le ves y puedes sentirle, sus ojos, su cara, su boca e incluso sus manos. Puedes sentir la energía que desprende. Tapa las estrellas con los dedos y sonríe con malicia. Arranca la hierba del suelo y la intenta trasplantar en una zona seca. Acostumbra a ser impuntual, no le gusta lo preestablecido.
Sé de alguien que le vio llegar antes de tiempo. Búscale cosquillas y le harás llorar. Intenta hacerle llorar y se partirá en dos. Búscale alma y descubrirás que no la tiene. La vendió, según dicen algunos, en los chinos, por un par de sus chucherías favoritas. Otros aseguran que la escribió en un papel y lo pasó por la trituradora. Y hay pocos que creen haberla visto cuando le miraban a los ojos. Espejismos, lo más seguro. Aunque dicen que los ojos son el espejo del alma.

Los espejismos son ilusiones ópticas que te hacen ver cosas que en realidad no existen.
Apariencias que en realidad no son los que parecen.

No lo dicen, hay quien llega a asegurarlo.

Mírame a los ojos y dime lo que ves, soy un espejismo.