Parece que existe una ley natural que nos obliga a callarnos lo que pensamos por el mero hecho de no caer en gracia. A lo largo de la historia ha imperado la supremacía del más fuerte, y todos aquellos que destacaban, por ideologías o pensamientos contrarios, eran considerados engranajes defectuosos, y por tanto, eliminados. El tiempo nos ha demostrado que todo arcaísmo está destinado a caer en el desuso y el olvido, arrastrando consigo a todos aquellos que se jactan o benefician de su uso. Hasta palabras que tienen pocas connotaciones, como puede ser "alcoba", se utilizan cada vez menos hoy en día. Sin embargo, aunque los nuevos bibliófilos se preocupen por la creación de neologismos que vayan nutriendo poco a poco el diccionario universal, siempre hay gente que no los acepta y que por tanto los calla. Así, aunque toda la vida haya existido un sentimiento en determinadas personas que les incitaba a decir lo que realmente pensaban, de igual manera siempre hubo alguien para callarlos. Como si de una película americana se tratara. aún nos queda un largo camino que recorrer por la lucha de los derechos y las libertades humanas. Porque nadie te puede coartar a decir lo que piensas, independientemente de que choque contra sus normas morales, por muy bien construidas que estén. Porque las opiniones emanan de uno mismo y las soltamos como el primero que soltó una paloma en Madrid. Nunca sabemos lo que podemos causar con ellas pero nadie nos puede penar por algo que no es culpa nuestra. ¿Superpoblación? ¿Ofensa? Realmente la ofensa sería cohibir a nuestra mente del respiro que le supone liberarse de todo aquello que nos perturba, nos ofende, o nos enerva.
Y es que aunque toda la vida haya existido gente autoritaria, la historia nos demuestra que, paralela a la evolución, siempre ha habido un número de personas que no se callaron lo que pensaban, independientemente de lo que fuera. Así, hoy en día tenemos ejemplos a seguir de líderes, para mí pacifistas, que únicamente se sirvieron de su voz para condenar los errores espaciotemporales, como fueron Gandhi o Martin Luther King. Fueron esas voces latentes que un día despertaron independientemente de que existiera alguien a quien sus palabras ofendieran. Solamente pensaban en denunciar las injusticias que se cometían y en llamar a cada cosa por su nombre.
Desgraciadamente, las pequeñas voces sonamos hoy como susurros condenados al reproche.
lunes, 30 de enero de 2012
domingo, 29 de enero de 2012
Un recuerdo agrio
Hoy la luna llora
con ojo solitario.
Se nos olvidó
llamarla a principios de Mayo.
Se nos fue de
las manos sin apenas notarlo,
se nos olvidó
quererla antes de quitarnos el sayo.
Hoy la luna
siente con dos dedos de frente,
y aun
sabiendo que no volverás esta noche,
conocemos los
dos tu nombre, fantoche,
que nos
dejaste el alma en un relicario,
y te fuiste
sin decir adiós con el viejo diablo.
Y cuando la
luna y yo más tristes estamos
vuelves esta noche impía quimera
a recordarnos
un tren del que fuiste pasajera,
a recordarnos un tiempo que apenas borramos.
Me haces navegar por mares estancados
de besos, caricias, noches en tu cama,
noches de lujuria y cuerpos enredados,
que emergen en mi memoria condenada
como recuerdos amargos
como recuerdos olvidados.
Y sin
premeditar palabra o acto
lanzas tus memorias envenenadas como dardos
que me destrozan
el alma con cada impacto,
que me destrozo
el alma con cada llanto.
Y esta noche
la luna y yo lloraremos juntos.
Abriste el
cajón de los viejos difuntos,
trajiste de
nuevo a mi infeliz mundo
días de luz y tardes de viento sin rumbo.
Y hoy, este
cielo de luna apagada
sufre , quimera,
fantoche, pasajera,
el deshacer del
último de sus nudos
que creó con
tu antología, filibustera,
de camas,
cuerpos, y besos mudos.
viernes, 27 de enero de 2012
Hope.
Enterré la cabeza bajo
tierra como las avestruces, y vi que allí dentro la oscuridad era incluso más
densa. Siempre he oído decir a algunos pocos locos soñadores, que cuando el
cielo está más negro, cuesta más levantar la vista del suelo.
Puede que llegue un momento
en nuestra vida en el que las cosas tengan que sobrepasarnos, porque los retos
fáciles ya los sabemos superar. Puede, simplemente, que no se trate de reto o
superación, sino de situaciones que nacieron con nosotros, grabadas en nuestro
destino, y que para poder seguir en nuestra vida tenemos que cumplirlas. Pero
hay veces, que sin que uno se dé cuenta, se ve inmerso en un maremágnum de
coincidencias que hacen que su vida, que antes se encontraba en la cúspide de la
felicidad, vaya cuesta abajo sin frenos. Porque la vida, la injusta vida, ha
permitido que quien hace la ley haga la trampa y que los desamparados tengamos
que buscar las soluciones a nuestros problemas en crearnos caparazones de
banalidades que reboten lo que nos lancen y contengan lo que no queremos ver.
Enterrar la cabeza y descubrir la oscuridad. Sentir que la vida es un sinsentido.
Una rueca de descoser que gira y gira al mismo tiempo que envejece.
Cuando me miro en el espejo
me doy cuenta de que de un tiempo aquí, he llevado la misma vida puesta todos
los días. La he matado a botellas de alcohol y a quemaduras de cigarros. Mis
pulmones murieron de cirrosis y mi hígado se hizo cenizas, y después, volví a
revivir para empezar otra vez. Destrocé mi vida, la humillé, la pisoteé y la he
puesto a tender. Pensé que una vida excesivamente usada era reflejo de una vida
realmente vivida. Me equivoqué. Ahora, frente al mismo espejo, descubro, que
todo lo que intentaba ocultar se ha juntado con todo lo que intentaba mostrar y
me han superado. Los lentos años vinieron cargados de arrugas. Perdí la guerra
que mantenía contra mí mismo y contra el resto del mundo. También descubro, que
el vestigio de amor que me queda, se halla en conversaciones hasta las tantas
de la madrugada. Un amor desgraciadamente imposible porque todos los locos
soñadores, ataviados de una vida andrajosa, que lleva migas de recuerdos
pasados, tenemos el mismo miedo de siempre. De caer, de recaer. De perder lo
que más valoramos y perdernos a nosotros mismos con ello. De ser conscientes
de que lo único que nos importa y nos ha importado hasta hoy era aparentar ser
felices mostrando unos labios grises sonrientes.
Espero, y quiero esperar, que algún día el que hizo la trampa la pague.
Que la libertad no se quede únicamente en concepto teórico. Que el amor no
implique la destrucción de la amistad. Y que yo mismo, encuentre la verdadera
felicidad.
jueves, 26 de enero de 2012
Versos, whisky, y un par de hielos.
No es vivir lo que se vive sin vida,
pues tener el alma herida
no es peor cosa, querida,
que andar por senda sin salida.
No es sonreír lo que se sonríe sin sonrisa
pues aunque en otro tiempo la hubo
y no necesitaba de premisas,
querida, no es sonrisa,
la que acompañada de lágrimas estuvo.
No es sonrisa vivida con tristeza
la que marca la vida con despecho
y como si se tratase de pereza
sale de mi pecho cual bostezo
y me recorre sin proeza
el cuerpo entero.
Y aunque sin sonreír, sonrisa
ni vivir querida vida, estoy,
mi corazón se da cuenta
de que a cada paso que doy
la noche más me atormenta
al no saber adónde voy
ni por qué la tristeza en mí se sienta.
pues tener el alma herida
no es peor cosa, querida,
que andar por senda sin salida.
No es sonreír lo que se sonríe sin sonrisa
pues aunque en otro tiempo la hubo
y no necesitaba de premisas,
querida, no es sonrisa,
la que acompañada de lágrimas estuvo.
No es sonrisa vivida con tristeza
la que marca la vida con despecho
y como si se tratase de pereza
sale de mi pecho cual bostezo
y me recorre sin proeza
el cuerpo entero.
Y aunque sin sonreír, sonrisa
ni vivir querida vida, estoy,
mi corazón se da cuenta
de que a cada paso que doy
la noche más me atormenta
al no saber adónde voy
ni por qué la tristeza en mí se sienta.
miércoles, 25 de enero de 2012
Un resquicio entre progreso y pasado.
Hoy en día el que no coge peces es porque no quiere mojarse
el culo, porque vivimos en una sociedad en la que la palabra “lejos” debería
estar tachada como arcaísmo. Todo está tan cerca de nosotros que resulta
prácticamente imposible no rendirnos ante el encanto de las cosas. En cierto
modo, el actuar de los políticos es normal. ¿Quién no se resistiría a coger un
euro para el café con tanto dinero que hay en las arcas? Claro que esto solo
está a la disposición de aquellos que saben dónde se toman los cafés por un
euro. Y es más, todo está tan cerca, que hasta los que en algún tiempo fueron
la cúspide de la sociedad hoy se lucran de igual manera de sus vasallos como si
algún tipo de vestigio de poder divino de antaño les quedara. Y es que, en
algún momento de la historia, pasamos de la libertad al libertinaje, y como
este paso fue dado prioritariamente por aquellos que tenían el poder, hicieron
de este una espada de madera. Pero claro, el vulgo nos protegemos con cucharas.
Valores como la humildad, la justicia o la honradez se
enseñan en asignaturas creadas por aquellos que ensucian estos principios
morales. Seguramente a más de uno de los que están ahí arriba les hubiera hecho
falta una buena clase de ética para la ciudadanía antes de embriagarse entre
tactos de papel y sabores metálicos. Pero como su posición les permite manejar
el escenario y mover a los títeres según su conveniencia, resulta prácticamente
imposible que ideales que se inventaron hace trescientos años sigan ahora en su
total esencia. Así, dividimos los poderes solo por aburrimiento: resultaba más
entretenido llegar a controlarlos todos cuando se empezaba sin controlar
ninguno. Ahora las leyes están hechas por unos pocos, privilegiados, para una
gran mayoría, no privilegiados. Así que no es de extrañar que el porcentaje de
votos caiga cada vez más, porque resulta tan vergonzoso depositar nuestra confianza
en los nombres de estos fenómenos, que mucha gente opta por resignarse y
atenerse a lo que viene. Y es que es igual quién gobierne, porque hoy en día
está todo tan cerca de nosotros que le cambiamos el collar al perro por uno
hecho en Alemania o Francia, aunque sigamos perdiendo.
No obstante no quiero
parecer reivindicativo, solo pretendo mostrar la animalización en la que ha
caído la sociedad: hemos progresado porque teníamos nostalgia de aquella época
en la que aún no andábamos erguidos.
martes, 24 de enero de 2012
The scientist
Como si de una lágrima en verano se tratara nunca he sido
partidario de las felicidades efímeras. Esas que te las proporcionan la gente
que se encuentra a tu alrededor con la indirecta finalidad de apartarte poco a
poco de todo lo que has amado en esta vida. Nunca, categóricamente, aprobaré
los celos como excusa sentimental. Y mucho menos defenderé a cualquiera que los
profese o se alimente de ellos. Apartarnos de aquellos que conocemos y que
marcaron en alguna parte incognoscible de nuestro interior su propia marca de
agua es , se mire por donde se mire, un acto totalmente equivocado .Por eso, como
si de un viento cálido de invierno se tratara, siempre he reconocido valiente a
todo aquel capaz de mantener amigos, enemigos y sentimientos en una estética
trascendental que se acerca más una verdadera felicidad. Siempre, y lo digo
categóricamente, he elogiado y envidiado a todos aquellos que supieron
conservar ambas realidades. Aquellos privilegiados que llegaron a las puertas
de oro y decidieron quedarse con la felicidad que les esperaba aquí abajo.
Felicidad, en todos los casos, que consiguen trasmitir vayan por donde vayan.
Privilegiados, sin lugar a dudas.
Si nos paramos a pensar en los que viven, en los que
vivimos, o los he que hemos vivido un amor, descubrimos que hay situaciones
pasajeras que nos encojen por dentro y que manifiestan sonrisas de alegría en
nuestras caras. Pero es cuando analizamos más detalladamente todo lo que
vivimos, tanto en presente como en pasado, cuando realmente reconocemos que
entregamos sonrisas de lo más tristes a aquellos que firmaron sentencia con
nuestro corazón, al que hoy, a agua pasada, llamamos verdugo y reconocemos
como cárcel. Puede que algún día, todos encontremos el equilibrio emocional por
ambas partes, o puede que amigos y novio sean simplemente convencionalismos
antitéticos. Cuando llegue el día en el que el pesimismo nos invada a todos y
veamos como nuestras ilusiones se tiñen de un sentimiento trágico por esta vida,
reconoceremos que fuimos meros títeres embriagados por el aroma de una palabra
que nunca supimos poner en práctica. Fuimos mayores que jugaban al
amor.
lunes, 23 de enero de 2012
Y que comience la función.
Malgastamos nuestras vidas
en pretender ser cosas que ni de lejos somos. Hacemos una propaganda de
nosotros mismos que cuanto más, resulta cómica. ¿Cuándo se ha visto a un burro
vestir de caballo? Bienvenidos al imaginario mundo de baldosas amarillas y
hombres de hojalata. Pasen y vean a la mujer barbuda y a la pareja de enanos
trapecistas.
Nos pintamos la cara y
salimos a la calle. Luego nos molesta que nos llamen “payasos”. Cometemos actos
ataviados con disfraces animalizados. Nos encanta aparentar ser cosas que nos
gustaría ser. Vivimos soñando que cuando
salgamos del portal alguien estará esperando a que pasemos para tirarnos un
grano de arroz, una rosa, o un rezo por nuestra alma. Descubrimos que nuestra
mayor debilidad es mostrarnos a nosotros mismos tal y como somos y entonces nos
vestimos de tal forma que ni nosotros mismos nos reconocemos. Es divertidísimo
jugar a tinieblas, y más cuando tenemos el mundo entero para escondernos. Son
tan buenas nuestras capacidades teatrales que hasta nosotros mismos nos lo
creemos. ¿Quién no ha visto a un cuervo interpretar a Hamlet? El problema llega
cuando un determinado día todas las estructuras metafísicas, espacio, tiempo y
todo aquello a lo que nuestra limitada mente no llega, hacen que nuestro cielo se
vuelva negro y nos veamos tal y como somos, o más bien, tal y como no nos
queríamos ver. Y llegará el momento de llorar y de decaerse. Pero bueno,
siempre quedará seguir interpretando. ¿No?
domingo, 22 de enero de 2012
No es oro todo lo que reluce.
Su apariencia es totalmente sólida, nadie puede ver a través
de ella. Como una hoja sin hojas, rígida a la vista, flexible al tacto. Es como
un lobo que duerme, si te descuidas y le despiertas, te muerde. Le gusta
sentirse observado y le aburre observar. Propón algo que estará el primero.
Organízalo y no cuentes con él. Le ves y puedes sentirle, sus ojos, su cara, su
boca e incluso sus manos. Puedes sentir la energía que desprende. Tapa las
estrellas con los dedos y sonríe con malicia. Arranca la hierba del suelo y la
intenta trasplantar en una zona seca. Acostumbra a ser impuntual, no le gusta
lo preestablecido.
Sé de alguien que le vio llegar antes de tiempo. Búscale
cosquillas y le harás llorar. Intenta hacerle llorar y se partirá en dos.
Búscale alma y descubrirás que no la tiene. La vendió, según dicen algunos, en
los chinos, por un par de sus chucherías favoritas. Otros aseguran que la
escribió en un papel y lo pasó por la trituradora. Y hay pocos que creen
haberla visto cuando le miraban a los ojos. Espejismos, lo más seguro. Aunque dicen
que los ojos son el espejo del alma.
Los espejismos son ilusiones ópticas que te hacen ver cosas
que en realidad no existen.
Apariencias que en realidad no son los que parecen.
No lo dicen, hay quien llega a asegurarlo.
Mírame a los ojos y dime lo que
ves, soy un espejismo.
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