martes, 26 de junio de 2012

El amor se desprestigia


Muchas veces cerramos los ojos porque no queremos ver el daño que nos están haciendo. Estar con alguien y sentir cómo te utiliza, cómo se aprovecha de ti y cómo te vende excusas baratas que enmascaran sus juegos maliciosos es muy difícil de percibir. Pero nos lo cuentan y no lo vemos.
Y es que al amor no le falta de nada: te puede dar tanto lo mejor como lo peor y raro es que únicamente te venda lo bueno. Es capaz de absorberte todo el seso, chuparte la sangre como una sanguijuela y olvidar el resto de tus sentidos, encarcelar a la razón y sucumbir el corazón ante una envenenada historia, un juego de tramposas, de brujas y dragones sin escamas y fuego que llega al alma. Y tú lo ves, y lo medio notas, pero por mucho que digas está enamorado y nada se puede hacer. Y piensas que es tonto, y claro que lo es, pero tú lo fuiste antes, y antes que tú lo fue otro; todos tropezamos con la misma piedra y solo nosotros solos nos dimos cuenta cuando nos dimos de frente con la maldita realidad. Y es triste realmente que la gente juegue tan a la ligera con los sentimientos de los demás y que sean incapaces de descubrir la pura realidad por no perder su beneficio. ¿En qué nos hemos convertido? Ahora lo que se busca es el propio gustazo de los deberes bien hechos sin importar las consecuencias que acarreamos. Y de qué tipo de deberes hablamos cuando realmente se trata de hacerle daño al otro. Supongo que el alma se pudrirá por dentro al jugar de esa manera tan a la ligera con la gente. Incluso creo que quien hace trampas acabará por sufrir algo ¿no? Si no, ¿para qué nos molestamos en creer en el karma, el destino, o cualquier cosa de esas que le dan a cada uno lo que se merece?
Es triste ver cómo el amor, del que tanto se idealiza, es capaz de hacer el daño que hace. Y no me refiero a que ella sienta amor por él, nada más lejos, sino que él es el necio que siente amor por ella, su Gorgona, su quimera, su Galatea. Pero al igual que le pasaría al pobre Pigmalion, ella es una escultura de barro a la que le dieron vida, no tiene personalidad, ni sentimientos reales, únicamente busca el provecho y por tanto no debería estar entre sus amores, y menos el de toda la vida. No se lo merece. No es para él, o por lo menos no aún que juega con ventaja.
Pero bueno, como hay que resignarse a lo que sucede, también es bueno que el amor se desprestigie un poco de vez en cuando, que somos muy dados a la ligera en cuanto a relaciones se trata  y nos tomamos todo esto como un simple “llegar y poner una fecha”. Es algo mucho más serio que todo eso, hay que sentirlo y demostrarlo, hay que vivirlo y enseñarlo. Hay que callarlo y reflejarlo. El amor primero se reconoce y luego se expresa.

Primero habrá que llenar los silencios de sentido para poder pasar a los te quieros.