Y una muerte que arrasa lo que existe y mancilla lo que queda. No hace falta decir que aquí se acaba todo cuanto hubo. Los hechos nos subordinan con sus susurros momentáneos.
Y el mundo se desgarra por culpa de los sentimientos. Volverse cada vez más apático. Nunca hemos sabido jugar limpio con lo que sentimos y siempre nos ha traído problemas. Llegas a un punto en el que de tanto jugar te acabas sabiendo las preguntas y sus respuestas y su orden. Te cansas de que siempre sea igual y deja de tener sentido jugar. Somos realmente desconocedores de lo que siente el otro y aún así intentamos jugar con lo que sabemos por viejos a ver si la suerte nos acompaña. Todos venimos del lado oscuro.
Y un "siempre" que se materializó en esclavos de verdad. Una dictadura en tiempos de vientos republicanos.
Y lo que está mal tiene que repararse, no merece la pena dedicar el tiempo en intentar esconder la mirada. Todos somos igual de pusilánimes como para saber que cualquier día podemos caer. El poder corrompe y el esclavo siempre tiende a rebelarse. Y cuando sientes que se ha dedicado únicamente a vivir para sí te preguntas si realmente eres un esclavo regalado o comprado. Aunque bueno, supongo que si comienzas con la mentalidad de "dejarlos crecer hasta que me sirvan" te da igual que te lo regalen a comprarlo, porque al fin y al cabo va a tener la misma utilidad. Son esclavos, no sienten ni padecen. Viven para ti. Podrán quitarme mi vida pero no podrán quitarme mi libertad.
Y un amor juvenil que tendía a infinito y al final se acabó secando. Un sentir lo que no sientes y una sensibilidad insensible. Porque muchas veces te preocupas más en demostrar lo que quieres que se conozca de ti en vez de lo bueno que puedes dar. Puede que para no parecer débil, o porque abrirnos directamente nos debilita. Y de repente te puedes encontrar en una habitación, asomado a la ventana, fumando un cigarrillo y con una amiga, y prácticamente echarte a llorar por la pena de vida que llevas, únicamente porque no eres tú mismo. El amor condiciona nuestra existencia, la sufre, la padece, la persuade, la inutiliza, la enarbola, la embriaga, la crea y la destruye. No hay cosa mayor en esta vida que amar y ser correspondido.
Y un reír por no llorar.
Y un beber por olvidar.
domingo, 29 de abril de 2012
jueves, 19 de abril de 2012
Ser humano.
Dicen que el ser humano es humano cuando siente y es ser
cuando proyecta su esencia. Pero no es un ser en sí mismo sino un ser nacido
para ser, una existencia sin esencia, arrojado al mundo con la única finalidad
de llenarse, como nuestra mente. Dicen que sentimos cuando sufrimos, cuando
amamos, cuando odiamos…y de todo eso llenamos nuestra esencia. Se podría decir
entonces que el ser humano es humano porque es ser y es ser porque es humano.
Pero desgraciadamente hay gente en esta vida que pierde su
ser, su proyección, porque la utopía que hemos creado y en la cual vivimos
destruye la capacidad de engordar la esencia del ser humano. Son aquellos que
te encuentras en cualquier esquina defendiéndose detrás de un cartel que a
duras penas se lee. O tantos otros que se pasan el día recorriendo de vagón en
vagón las venas de Madrid por el mero instinto de supervivencia, porque a más
de uno le mueve más su ser humano que su ser deshumanizado. Probablemente lo
peor de todo es que tanto tú como yo contribuimos a que esta situación se dé
cada vez más, engordando la proyección envenenada de demonios con corbata y
dejando morir de inanición la de personas que se tapan con remiendos.
Personalmente quiero pensar que no somos malas personas, que la sociedad nos ha
hecho así y que nosotros, por el mero instinto de supervivencia, nos hemos
dejado. Seguramente que hayamos perdido nuestra identificación humana y que
cuando lleguemos a las puertas de no sé dónde, cuando nuestro cuerpo sea
alimento de necrófagos, nos identifiquen por nuestra esencia y no por nuestra humanidad.
Por suerte para todos, de vez en cuando se deja ver por ahí algún ángel caído
que frenó en la tierra y que tiende la mano al necesitado. La pena es que cuando alguien, que es más humano que ser,
porque su ser está lleno de cosas preciosas, intenta ayudar a aquel inválido de
proyección, la sociedad se encarga de quitarle de en medio, de destrozar su
verdadera esencia y de enviar su humanidad al Tártaro. Y ahí se quedará hasta
el fin de los tiempos en el que de nuevo los titanes decidan recuperar su
terreno frente a los dioses inventados.
sábado, 14 de abril de 2012
"El infierno son los otros"
Paseo por la calle en esta tarde de granizo bajo el cielo
abierto de Madrid y lo único que se ve en ambas aceras es el bullicio de la
ausencia. Todo está lleno de gente despreciable que no significa nada en
ninguna de nuestras vidas. Vivimos en una sociedad en la que todo el mundo mira
para sí mismo, buscando lo importante del don, dentro de sus propios ombligos.
Y cuando llegamos al mar, lo único que vemos es que todo el mundo se embarca en
el mismo bote destinado a chocar contra el iceberg que hundió el Titanic,
destinados a tirarse unos a otros de la barca con tal de dejar satisfecho el
propio instinto de supervivencia. Nos encontraremos en las puertas de algún
cielo, ante algún santo que ha santificado la historia y nos veremos las caras
unos a otros. Todos acabaremos en el mismo final. No somos nadie y lo sabemos y
lo negamos y nos lo ocultamos. Y para hacer más trágico nuestro existir,
intentamos empeorar el del que tenemos al lado.
Tardes como estas de sábados granizados en los que la gente
se viste con el atrezo trágico, paran el tráfico sanguíneo de un muerto que ,sediento
de existencia, grita desde la tumba que el mundo se desmorona, que vuelvan los
de antes y que se pierdan los de ahora. ¿Cuándo hemos matado a Dios? ¿Cuándo le
dimos existencia? Despreocupados del otro salimos a la calle a revolucionarnos,
a afiliarnos, a sindicalizarnos, únicamente porque no se pisoteara al
individuo, únicamente por no dejar como nueva nuestra capacidad de elegir,
nuestra libertad. Todo vacío de esencia, de existencia. Somos libres; demos
caza al que ha matado a Dios.
Y la conciencia cayó fulminada por una de estas bolas de
hielo de tardes como la de hoy. Y lo más bueno del hombre quedará reflejado en
palabras que el tiempo guardará y enviará al vacío, a la nada, a donde nadie ha
ido y donde todo lo que pasa desapercibido se guarda. Porque algún día, cuando paradójicamente
el cielo se nuble y salga el sol, no solo Madrid, sino la humanidad entera
recuperará los valores de los que se ha ido desposeyendo por culpa de la opresión
del sistema y sus estereotipos. Volveremos a tener una humanidad humana. O eso
espero.
Mientras tanto, solo me queda pasear.
viernes, 13 de abril de 2012
Ya le conocéis.
Juega, se pervierte y vive el momento. Enreda con los dedos
los hilos del destino y teje a su antojo su vida y la de los que se cruzan en
su camino. Es manipulador, compulsivo, instintivo y bastante exigente; si no
caes en sus artimañas no pienses que has escapado. Dicen que disfruta viendo
sufrir a los demás por amor, aunque también se oye que su conciencia habita
ahora en su corazón. Es astuto y muy buen estratega y encima está desposeído de
principios.
Personalmente pienso que la situación le hizo así, que es
resultado de una serie de catastróficas desdichas y que, en cierto modo, la
culpa no es del todo suya. Sí, probablemente haya vendido su alma al diablo, o
la haya guardado en el armario, pero hay veces que se puede entrever, entre sus
actos, que sigue habiendo dentro de él ese vestigio de lo que fue antes. Dicen
que se preocupa por los suyos más que por él mismo muchas veces. No lo sé. De
lo que le conozco sé que nadie le elegiría como amigo, ni siquiera él mismo. A
mí me ha dicho muchas veces que no se cae bien, pero que es lo que la sociedad
demanda y hay que tener al pueblo contento, que si no, se subleva. Tampoco es
muy difícil conocerle, porque yo en poco tiempo le he calado, el problema es
que hay que vivir con él momentos demasiado específicos para tirar abajo todos
los prejuicios que te puedas crear de él en una tarde. Porque sí, es arrogante,
prepotente, presuntuoso y bastante frívolo muchas veces, pero es únicamente una
coraza, traspasable y con fecha de caducidad. También tengo que decir que estoy
intentando ser lo más objetivo posible,
porque a mí no me cae bien, y al César lo que es del César, nunca mejor dicho.
Podéis preguntar a sus amigos de la infancia, a los que le conocieron en épocas
mejores, o peores según se mire, y a quienes le conocerán después. Puede que
cambie por fuera pero por dentro sigue siendo el mismo. Sufre igual que todos y
también le he visto llorar alguna vez, incluso por amor. Quizás sea un ídolo de
piedra que intenta sostener una casa que se derrumba, una vida que se ve negra
o un horizonte que con niebla se presenta. No lo sé, yo le dejo a su suerte,
con su viejo gato parlante, con su máquina de escribir y con su baúl de los
recuerdos.
Si algún día le veis, decidle de mi parte que me devuelva lo
que me debe, que nunca me habían tachado de ser una imitación.
miércoles, 11 de abril de 2012
Dos de carroña.
Vuelven los cuervos del recuerdo a picotear este nido.
Carroñeros que traen consigo notas del ayer en el que ya no vivimos. Cuando
veníamos e íbamos por el cielo de la tierra, por la tierra de los cielos, y
surcábamos los mares siderales en barcos de papel. Aves de rapiña que se
escuchan unas a otras murmurar en blanco y negro sobre los besos que me distes,
sobre aquellos que nos faltaron, y también sobre los que sobraron y que en tus
labios y en los míos se quedaron para el fin de los días. Y aunque la vida siguió,
este nido se quedó despojado de sentido, donde habita el olvido y el recuerdo
de tu amor, donde, estés donde estés, quedarán siempre las cenizas de una llama
que olía a pasión y una pasión cuyo combustible era la desdicha. Porque el
destino ha traído consigo los cuervos negros de un amor que marchito, muerto y
malherido, se descubre escondido entre las palabras que ya ni nos decimos y en
los gestos de falso cariño, que después de haber dejado el nido, nos seguimos
dando tú y yo.
Y a este celoso celofán, que ya no pega ni con cola, ni con
nadie, vienen a arrancarle las pelusas y los restos que quedaron de los dos.
Celosa, tus celos arrancaron lo que en mí se había formado y que fueron la
explicación del abandono de los dos. Y cuando vienen los cuervos de tu nombre,
recuperan las fotos y recuerdos que en mi habitación aún guardo con la posible intención
de no olvidarte y la difícil intención de herirte con algún arcaico conjuro, un
aquelarre, un qué sé yo, que te aleje de este mundo, donde la vista no alcance
a verte, porque no sé por qué te guardo tanto rencor.
Y la desesperanza que te escribo me recuerda la ilusión que
tengo de no verte. La emoción que guardo de dedicarte una palabra de desprecio,
de reprocharte el aparente amor que te tengo y que aquí escribo, y de
restregarte la feliz vida en la que vivo y lo vivo que me siento después de que
te hayas ido. Aunque supongo que eso volverá a ser cosa de los dos, porque
según tengo entendido , tu también has emprendido tu camino, con rumbo hacia el
centro de la tierra, sin casco ni luz que te proteja, con una botella de
alcohol, y la etiqueta de “no me esperen que no voy a dar la vuelta”. Me alegro
por vos si es que esto es lo que nos ha deparado el destino.
Mas ten cuidado porque no solo Edgar Alan Poe tiene cuervos.
Esto fue cosa de dos.
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