jueves, 23 de febrero de 2012

Soneto a la amistad perdida.


Se gastó el eterno tiempo de pintarlo
de sonrisas carentes de sentido.
Al full le apostaron con unas copas de vino
y al corazón borracho le cortaron por lo largo.

Se cansó el amigo de vagar a solas.
Las noches reclaman su intimidad.
Volverá con su madre la creciente oscuridad.
Encontrará calor en otro rojo campo de amapolas.

Y la amistad volvió a ser un mito
que creció a medida que se divulgaba.
Es hora de recostarse en la memoria

de volver a encontrarse con la almohada,
de devolverle calor a la intrahistoria,
de hacer amistad en otro sitio.

2 comentarios:

  1. Genial. Siempre me fascinará tu habilidad para escribir poesía. Muy, muy genial :)

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  2. Te haré un comentario tan absurdo como sincero: una extraña sinestesia bastante selectiva me hace atascarme en rojos y amapolas y de ahí no salgo.

    A pesar de eso, me identifico con tu requiem. Quizá porque también descubrí que el calor es importante, y algunas personas lo único que tienen rojo son los ojos en las fotos.

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