sábado, 25 de febrero de 2012

Llegará.


Llegará un momento, cuando aún sea primavera, en que las hojas empezarán a caer y me iré como viento estival a pasar las navidades en el Sahara. Llegará el momento en el que abra las alas y encuentre cielos que van mucho más allá de la imaginación imaginable. Encontraré deidades y tomaremos ambrosía en tascas de barrio brillando ante los ojos del resto de la clientela habitual. Llegará el día en el que encuentre el tesoro más buscado y me escape con él hasta donde la tierra empieza a ser cuadrada, para arrojarlo al fondo del abismo y lanzarme en su búsqueda. Sorprenderé al tiempo y al espacio viajando sideralmente por nebulosas de recuerdos que traigan a mi memoria sombras de esperanzas y el veneno de alguna antigua venganza con la única vituperable intención de bañarme día sí día no entre el perfume de lo humano y de lo divino. Llegará el día, cuando la tierra pare de lleno al mar y este se reprima y comience  su lucha por ganarle terreno al cielo, en el que nuestros caminos se cruzarán para reconocer nuestras miradas y la chispa que brota de ellas. Porque aunque irremediablemente estemos destinados al día en el que todo acabará, siempre queda la esperanza de que del encontronazo, fortuito o no, de dos deidades humanas, surja la magia que únicamente posee aquel que dice estar dentro de todos. Como el metano latente que se acumula bajo las gélidas tierras en pequeñas burbujas esperanzadas a encontrar la llama que las dé la libertad, aguardaré con paciencia mi momento, porque sé, que llegará la hora en la que el carro alado sea gobernado por mi parte blanca, desequilibre el carruaje y lance al vacío el negro bruno de días de niebla y noches sin estrellas. Escapar, desaparecer, volatilizarse. Escaparé a lugares de ensueño nunca soñados, a mundos desaparecidos nunca encontrados y me volatilizaré en los momentos más indeseados para recomponerme siempre después de que todo lo malo haya pasado. Juntaré las manos, rezaré al cielo, y pediré a todos aquellos que me oigan, que si en algún momento sintieron compasión por el alma de cualquier caminante de esta vida mundana nos devuelvan aquello que les regalamos y que tan feliz nos hace. Como el rojo de un amanecer, como la roja rosa con espinas, y como el rojo intenso de las llamas de los confines del diablo. Pediré que mi corazón vuelva a recuperar su color. Pediré que llegue el momento, que llegue el día, que llegue la hora, en la que descubramos el telar que marca las cosas y en el que están, desde hace eones, nuestros nombres bordados. Y aunque el hilo no sea de seda ni oro, llegará el momento en el que creemos de la gruesa lana, capullos de gusanos come mora.

3 comentarios:

  1. He tardado un rato en asimilar lo maravillosamente llena que me ha hecho sentir esto. Por un momento, he sentido recuperar mi hoja entera, ser parte de algo, hallarme plena (tú ya sabes a lo que me refiero).
    Me sobran y me faltan palabras en mi vocabulario para describir mi sensación cuando lo he leído.
    Rozando lo tópico te diré que brillante, magnífico, impecable. Te diré más: extraordinario.
    Terinaré con un "'me encanta' se queda pequeño no, diminuto'"

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  2. Leerte en esta ocasión es como montar en una alfombra mágica que me lleva a todos esos lugares y momentos que desearía que significaran "ahora".

    Como el rojo ha quedado al final, he conseguido volar muy lejos. Aunque haya tenido que hacerlo en dos placenteros viajes.

    Me preocupa que un día llegues a saber que puedes escribir cosas perfectas. Me preocupa de verdad. Espero que siempre tengas una pequeña duda. Creo que los demás no la tenemos.

    Bego.

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  3. Destacar entre todo este conjunto maravilloso de palabras que has creado esta parte:
    "Porque aunque irremediablemente estemos destinados al día en el que todo acabará, siempre queda la esperanza de que del encontronazo, fortuito o no, de dos deidades humanas, surja la magia que únicamente posee aquel que dice estar dentro de todos."
    Magia es lo que me has echo sentir cuando me he encontrado fortuita o no fortuitamente con tu texo,me has hecho sentir cosas inexplicables, cuando te leo no me salen las palabras, solo haces que me sienta feliz,identificada contigo, consigues hacerme sentir lo mismo que tu y es por ello (te lo repetire tantas veces como sea necesario) que lo que escribes hace de ti alguien muy grande, alguien por el que doi gracias de haberte conocido.
    No cambies nunca porfavor.

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