Fue un adiós que venía servido con limón y tónica. Dejó su
huella en la resaca del día después. Y del día siguiente. Incluso hoy sigue
persistiendo el dolor de aquellas palabras que retumbaron en mi interior
inquietas por encontrar una salida. Fue una copa vacía que se llenó con lo más amargo
del destino. Oía la tenebrosa risa de Cupido aquel día cerca de mí, pérfido
fiel seguidor de infortunios inoportunos, que aparece cuando menos te lo
esperas y se va sin decir ni adiós. Un triste recuerdo que se le olvidó olvidar
al olvido y que trae consigo el perfume pasado de un tiempo mejor que te ata de
pies y manos frente a la película de fantasmas de amor con la que más
empatizas, la que más daño te hizo. Fue un volverte y no encontrar mirada. Un
tumbarte a escuchar la soledad del universo acompañado de la hierba azul del
cielo. Un instante raro que descubrió la extravagancia del entonces, de lo que
hubo, de lo que no se podía mantener y de lo que bebimos. Y volvimos a pensar
en un por qué cuando no sabíamos ni el cómo. Nos preocupamos en poner parches a
los pinches que teníamos durante el camino y olvidamos lo importante de la
magia del día a día, de no mirar en lo que viene sino en lo que está, de
perdonar o pasar en vez de castigar. De amar en vez de jugar. Trae consigo la
ropa que le regalé absorta a la fatalidad del destino. Si no estás conmigo pienso
que estarás mejor, que el tiempo acabó para nosotros, que bebimos el culo de la
botella a palo seco, inconscientemente, y vivimos embriagados a lo largo del
camino. Fue una mañana de indigentes que buscaron casa entre las ruinas
derruidas de un amor que destruyeron poco a poco y que no veían perdido. Ni
siquiera la distancia podía alcanzar el tramo que nos separaba. Me sentía lejos
de ti incluso cuando te tenía al lado, y te quería lejos cuando te sentía
cerca. Por las noches soñaba contigo al despertar y cuando dormía mis sueños te
vetaban.
Una copa que trajo un olor fuerte a ti, quimera de mi Olimpo.
Llegó un momento en el que te confundiste y olvidaste tu caja, Pandora. Venus
perdió los brazos de Milo. Y este limón ya había echado raíces. Y todavía hoy
me acarician de vez en cuando.
Últimamente estás uy sentimental a la hora de escribir (no sé si será respecto a todo). Es una faceta que me gusta de ti y a la vez me asusta. Echo de menos u textos reivindicativos de un César más cargado de energía. Aún así, como siempre, brillante.
ResponderEliminarguau, es lo que se me ocurre.
ResponderEliminarIncreible texto César