lunes, 21 de mayo de 2012

Caricias amargas.


Fue un adiós que venía servido con limón y tónica. Dejó su huella en la resaca del día después. Y del día siguiente. Incluso hoy sigue persistiendo el dolor de aquellas palabras que retumbaron en mi interior inquietas por encontrar una salida. Fue una copa vacía que se llenó con lo más amargo del destino. Oía la tenebrosa risa de Cupido aquel día cerca de mí, pérfido fiel seguidor de infortunios inoportunos, que aparece cuando menos te lo esperas y se va sin decir ni adiós. Un triste recuerdo que se le olvidó olvidar al olvido y que trae consigo el perfume pasado de un tiempo mejor que te ata de pies y manos frente a la película de fantasmas de amor con la que más empatizas, la que más daño te hizo. Fue un volverte y no encontrar mirada. Un tumbarte a escuchar la soledad del universo acompañado de la hierba azul del cielo. Un instante raro que descubrió la extravagancia del entonces, de lo que hubo, de lo que no se podía mantener y de lo que bebimos. Y volvimos a pensar en un por qué cuando no sabíamos ni el cómo. Nos preocupamos en poner parches a los pinches que teníamos durante el camino y olvidamos lo importante de la magia del día a día, de no mirar en lo que viene sino en lo que está, de perdonar o pasar en vez de castigar. De amar en vez de jugar. Trae consigo la ropa que le regalé absorta a la fatalidad del destino. Si no estás conmigo pienso que estarás mejor, que el tiempo acabó para nosotros, que bebimos el culo de la botella a palo seco, inconscientemente, y vivimos embriagados a lo largo del camino. Fue una mañana de indigentes que buscaron casa entre las ruinas derruidas de un amor que destruyeron poco a poco y que no veían perdido. Ni siquiera la distancia podía alcanzar el tramo que nos separaba. Me sentía lejos de ti incluso cuando te tenía al lado, y te quería lejos cuando te sentía cerca. Por las noches soñaba contigo al despertar y cuando dormía mis sueños te vetaban.

Una copa que trajo un olor fuerte a ti, quimera de mi Olimpo. Llegó un momento en el que te confundiste y olvidaste tu caja, Pandora. Venus perdió los brazos de Milo. Y este limón ya había echado raíces. Y todavía hoy me acarician de vez en cuando. 

2 comentarios:

  1. Últimamente estás uy sentimental a la hora de escribir (no sé si será respecto a todo). Es una faceta que me gusta de ti y a la vez me asusta. Echo de menos u textos reivindicativos de un César más cargado de energía. Aún así, como siempre, brillante.

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  2. guau, es lo que se me ocurre.
    Increible texto César

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