Siempre es bueno recordar que después de la tormenta viene
la calma, y que, normalmente, la trae aquello que primero apartamos en días de
rayos y retruécanos. Muchas veces nos ocultamos de los demás por conocernos a
nosotros mismos. Nos hurgamos en las heridas que tenemos en nuestro interior, absortos de quien espera fuera. “Vive la
vida”, “haz el amor y no la guerra”, incluso “libres domingos y domingas”, son
frases que aunque engloben filosofías nada concretas pasan muchas veces por
nuestra cabeza. Cuando uno está en esos días en los que prefiere no estar, en
los que toda frase motivadora tiene un contrario que te desmotiva aún más,
olvida que dentro de su lista de reproducción hay más canciones de las que alegran que
de las que entristecen. Porque somos crueles con nuestro propio yo y nos
encanta escuchar lo triste en momentos tristes, y lo alegre en momentos
alegres. Te propongo que empieces el día con una canción a decibelios ilegales
y acabes la noche con el mismo volumen y la misma melodía. Tu día es tal y como
tú lo pintes y hay que reconocer que cuando todos pintamos el mismo mural los
resultados son más asombrosos. Porque aunque estés en un día de tormenta
siempre tienes a alguien que te sujeta el paraguas. Cuando en tu lista de
reproducción sale la canción menos alegre en el día más gris, aparece esa
persona que sin saber cómo te saca una sonrisa.
Este viernes me preguntaban que qué creía que pensaban mis amigos
de mí. Nunca sabré a ciencia cierta lo que piensan mis amigos de mí. Probablemente
no sea el amigo ideal, tengo mis defectos y mis virtudes, tengo mi vena
picajosa y mi vena sensible. Incluso,
probablemente, nadie que no me conociera podría pensar que podía llegar a ser
su amigo de verdad. De lo que estoy seguro es que pase lo que pase, sea como
sea, esas personas a las que yo llamo “amigos”, a las que tú llamas “amigos”,
han demostrado que cuando más llovía, más nevaba, más tronaba, más provistos
estaban de paraguas, guantes y tapones. Que cuando más llorábamos, más capones
nos daban por tontos. Y que cuando más reíamos más sabían compartir nuestra
alegría. Realmente, tener amigo supone un tesoro. Y tú que te codeas con la “jet
set” de la amistad cuentas en billones tu fortuna. Sabes que siempre que lo
necesites, aunque no lo digas, aunque no estés en tus momentos más lúcidos,
están ahí para echarte una mano y agarrarte por donde sea. Es ese tipo de gente
que tenemos en nuestras vidas que cuando éramos pequeños no nos imaginábamos un
futuro sin ellos; si yo quería ser abogado, te tendría a ti que serías mi
médica, a ti mi ayudante en lengua y tú probablemente mi cirujano. Amistad que
es enemiga del tiempo desde tiempos inmemoriales. Incluso el tiempo es a la vez amigo y enemigo de uno mismo. Todo lo destruye y
todo lo cura. Así que abrígate de relojes parados, cúbrete de manos amigas y
vístete de positividad, porque incluso Mario Bross, que podía llegar a tener
vidas infinitas, tenía a Yoshi para que le ayudara.
Nosotros
desgraciadamente tenemos “1up”. Quizás desgraciadamente tener 1up nos suponga
un problema. Pero estoy seguro que, “desgraciadamente”, el tiempo no nos quiere
dar otra vida porque tiene miedo de que también encontremos a alguien con quien
vivirla y también se la ganemos.
Hay días en los que apetece decir cosas obvias. Hoy sí es ese día ;). Hoy tengo que decir que me siento muy orgullosa y muy feliz de poder llamarme "tu amiga", y de poder llamarte "mi amigo". Es muy bonito pensar que he encontrado a una persona como tú en el camino. Sin más. ^^
ResponderEliminarMuchos sentimientos que procesar leyéndote aunque, probablemente, todo acabe siendo uno.
ResponderEliminarHumildemente, creo, que no es importante lo que nuestros amigos piensen de nosotros igual que creo que da casi igual lo que nosotros pensamos de ello. Lo mejor es que nos sintamos. Y sentir un amigo es amar. Y amar es ser feliz.
Y tengo el día cursi, qué le vamos a hacer. Ni lo pensemos.
Bego.