domingo, 7 de octubre de 2012

Cien noches

He dormido más de cien noches en la misma cama fría desde que te sentí marchar y todavía siento tu ausencia recorriendo cadavérica toda esta estancia. Escucho entre los muebles el eco de las últimas palabras que salieron de tus labios y que hoy, después de más de cien frías noches, se me clavan como nunca en lo más profundo de mí. Me siento impotente y frustrado cuando te veo y me sigo preguntando si entonces hice bien, si esto es tal y como debía suceder o si me he bañado en aguas que no me pertenecen. La verdad es que yo sigo sintiendo que necesito encontrarte de nuevo, esta vez con mejor cara, y volver a demostrarte lo que puedo llegar a ser. Me encantaría que llenaras el vacío de mis sábanas y de mis noches; sentarnos en el salón a navegar y divagar, a reencontrarnos con lo que tanto tiempo hemos estado buscando, tanto tú como yo, y fundirnos en un abrazo del que no salir en muchos años. Porque dejaron ese hueco en mi interior que lo único que ha servido para taparlo ha sido un poco de morralla farfullera, farándula estrafalaria, extravagancia esperpéntica y un poco de humor.
Y ahora vuelves y despiertas ese deseo irracional de tenerte cerca de mí, en mi casa, en mi cabeza, en mi cama. Y yo loco, con unas ganas tremendas de ser tuyo, me doy de bruces contra el muro del rechazo, que, con sigilo se acercaba sin ser visto. ¿Y qué quieres que haga?¡Soy un romántico! ¡Tengo un blog donde escribo sobre mí!, ¡sobre ti!, ¡sobre los dos!. Donde me cuento a mi mismo por enésima vez las ganas que tengo de volver a verte, de volver a hacerte sonreír, de volver a oler tu cada vez diferente perfume. Las ganas que tengo de que me dejes solo, de olvidarte, de que se marchen esos cuervos fantasmagóricos y tu espíritu que divaga por las noches en mi habitación. Las ganas que tengo de encontrarte, de poder volver a ser yo, de entregarme a un viento cálido, de sobrevolar tu mente y llevarte de aquí a allá a que disfrutemos, a que seamos felices. De ser únicos, como los demás. De que tengamos días de rosas y nos bebamos el vino. De que el contador de noches volviera a ponerse en cero y le faltaran dígitos para contar las que pasamos juntos.

Y si solo te pudiera pedir una cosa después de más de cien noches lejos de ti, sería que volvieses, que te quiero aquí, conmigo, a mi lado, para siempre.

martes, 2 de octubre de 2012

Te salió gato.


Dicen que los gatos son muy traicioneros, que están contigo cuando quieren algo de ti y que cuando ya te han sacado todo el jugo que te podían sacar, se van al regazo de otro.

No es que realmente quisiera escribir nuestra historia de esa manera, de hecho aún pienso en ti de vez en cuando y me alegra saber que te va bien, simplemente, o no tan “simplemente”, fuiste la media naranja que encontré en mi vida en un momento bastante delicado de ella. Tú sabías comprenderme y comprendernos, divagábamos bajo las estrellas sobre lo que suponía una noche coldplayera y una noche artificial. Incluso nos brindábamos, y nos brindamos, con alguna que otra palabra que se excedía en afecto y que conseguía sacarnos una sonrisa a ambos. Pero es que soy un poco traidor, y no me culpes directamente, supongo que mi naturaleza, que tanto nos unió en su momento, es la que de igual manera nos ha “separado”.

No pienses que pierdes algo cuando lo dejas de ver en el mismo sitio donde estaba todos los días porque puede que simplemente alguien lo haya cambiado de lugar.

Sí, probablemente al gato negro le gustase acurrucarse en el alféizar de aquella ventana cada noche a escuchar todo lo que pudiera ser pillado por estas orejas. Y me atrevo a decir que la gustaba dormirse notando cómo le hablaban. Seguro que le encantaban las caricias que le dedicabas con cada fonema, sobre todo si los escuchaba bien de cerca de tus labios. Y cuando realmente le tocabas… seguro que se le helaba hasta las puntas de los bigotes. Noche tras noche, día tras día, le gustaba más deambular por los banquetes en tu whatsapp que en los vertederos de comida podrida en las conversaciones de cientos. Una, que valía millones y que consiguió espantar a tantas moscas.


Pero bueno, tampoco le eches las culpas al cielo de que esto sucediera así, porque esto no ha acabado, nada más lejos de la realidad, simplemente, te salí gato.